Huelga decir que los 30 millones sacrificados por los deportistas (vuelven a trabajar la semana próxima, por tanto ya no se recortarán más salario) harán poco por aliviar la sensación de vértigo reinante. Tarde o temprano, se intuye, habrá que volver a interpelarles, aunque desde el club no quieren ni oír hablar sobre esa hipótesis en estos momentos. Nadie sabe cuál será la situación a final de año, nadie sabe qué decidirá entonces el Gobierno sobre cómo desarrollar las competiciones domésticas, ni qué pasará con la Champions. Ya se verá cómo estamos, es la consigna.
Lo que se sabe es que los futbolistas cuestan a la entidad azulgrana el 61% de los 1.047 millones entre salarios y amortizaciones. Pero a menos ingresos, ese porcentaje asciende. Si la próxima campaña se lograsen presupuestar 800 millones, por ejemplo, la masa salarial alcanzaría un guarismo insostenible del 80%.
Cómo afinar ese desajuste es el mayor desafío de la directiva de Josep Maria Bartomeu, al que le queda poco más de un año de mandato. Y no hay otra manera de rebajar las nóminas, si no se quiere entrar en el selvático proceso de renegociar contratos, que sustituir futbolistas de fichas altas por otros de más bajas. Se cree desde el club que se conseguirá empezar el próximo curso con menor sobrepeso salarial.
Salvo Messi, Ter Stegen, De Jong y poco más, el Barça está dispuesto a atender todas las ofertas que aparezcan por sus jugadores en un mercado más apocado de lo que parece. Llegarán Trincao y Matheus Fernandes, regresará Aleñá y seguramente subirá Riqui Puig, futbolistas de ficha de la nueva era pandémica. Es posible que también vuelva Coutinho si nadie de la Premier ofrece la cifra que necesita el Barça para compensar el abultado coste de su fichaje. Le gusta a Quique Setién, pero es un capricho caro. Su sueldo no conviene. Y falta ver si puede acometerse la operación Lautaro. Neymar suena a bonita quimera.
El flotador digital
En el estado de sobresalto presupuestario actual, el FC Barcelona busca agarrarse al flotador del negocio digital para evitar tragar más agua. Hace tres meses, antes de que atacara la pandemia, presentó un proyecto en un área llamada a cobrar cada vez más peso en el global de ingresos. Avanzó Bartomeu aquel día que si la fuente digital hasta ahora suponía una inyección de 100 millones al año, estimaba que en un lustro el chorro se triplicaría hasta los 300.
En estos momentos en que los ejecutivos de tesorería de la entidad rehacen cuentas y se imaginan escenarios post-apocalípticos, el club suspira por recortar plazos y encontrar un paliativo en el terreno digital a la sequía de ingresos. Este mes de mayo lanzará la OTT BarçaTV+, una plataforma bajo suscripción para competir, se dijo ambiciosamente hace tres meses, con Netflix y Amazon en el campo del entretenimiento. Abundan los seguidores culés por el mundo. Hay 350 millones en redes sociales. A ver cómo responden a una plataforma en que se verán partidos históricos, reportajes y algún contenido que generará Barça Studios.
También resulta crucial para la tesorería la explotación de la venta online del merchandising de Nike. Desde esta temporada la marca estadounidense ya no gestiona las tiendas físicas, sino que lo hace el FC Barcelona, que incluso abrió un buque insignia de 1.900 metros cuadrados en las Ramblas. Pero con la eliminación de los partidos y la desaparición de los turistas, de ahí ya no se rasca nada. No obstante, una buena noticia. De inmediato el Barça asume -no lo hacía hasta ahora- las ventas online de todos los productos azulgranas de la marca Nike. Una fuente de la que emanará algo de oxígeno. ¿Cuánto? Está por ver.
Los 'souvenirs'
El club cedió a Nike en el 2018, cuando firmó el contrato de patrocinio por 105 millones más variables, los derechos de explotación del ecommerce. Ahora los recupera. Contará con un portal propio y la web ya no reconducirá a la marca estadounidense cuando un cliente quiera comprar una camiseta de Messi o ropa de entrenamiento. Este control directo, se considera desde el Barça, puede ayudar a elevar los números, en particular gracias a productos que entrarían en ese cajón de sastre de los souvenirs, ahora no promocionados por Nike.
Por supuesto, los ingresos digitales no borrarán los aprietos en que, como todos los grandes clubs, se encuentra el Barça. En particular porque sin competición el tráfico a la web y las redes sociales futbolísticas también se reduce. El impulso debería notarse más de cara a la próxima campaña, cuando haya partidos, aunque sean a puerta cerrada.
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