Pasan los años y el chasis del Barça, formado por unos cuantos futbolistas treintañeros, sigue sin renovarse debido por un lado al gran rendimiento de algunos de ellos (Messi a la cabeza indiscutiblemente) y por otro a la falta de acierto por sucesivos directores técnicos para encontrar piezas de recambio para reemplazarlos. Dejando a parte al holandés De Jong, aún así de rendimiento menguante, y a la espera de que Arthur se dé por aludido para subir de escalón, no hay fichajes recientes que hayan estado a la altura de las circunstancias para regenerar un equipo cuyos titulares, es ley de vida, se van haciendo mayores.
El Barça no gana la Champions desde el año 2015 y de aquel equipo campeón colgaban los mismos que hoy sostienen la estructura. La huida de Neymar, aún hoy pretendido cual caprichoso objeto de deseo, era la bisagra fantaseada para liderar una transición que sigue estancada. Un repaso así lo ratifica. Coutinho está de préstamo en el Bayern y a su regreso se le quiere vender, con el permiso de Setién. El espectacular potencial de Démbéle ha sido agujereado por un recital insoportable de lesiones. Griezmann, con recorrido aún, se ha quedado a medias. A Piqué nadie le hace sombra, si acaso Lenglet, y en los laterales se ha fallado, en especial en el izquierdo, donde Alba va perdiendo gas sin la amenaza de una competencia que Junior Firpo está lejos de representar.
El escenario se asemeja bastante en realidad al del verano pasado, pero el próximo está severamente condicionado por los efectos del coronavirus. Si la junta directiva quiere renovar el primer equipo deberá antes tomar decisiones. La masa salarial de la plantilla es una de las más altas de Europa precisamente porque los contratos de los más veteranos la han incrementado a base de renovaciones cuya conveniencia ahora se discute internamente. Junto a Leo Messi, cuyo sueldo va en su caso en consonancia con sus extraordinarias prestaciones, el resto de compañeros que supera la treintena recibe retribuciones correspondientes a la parte alta de la escala.
Habrá que ver si LaLiga, a través de una aplicación mancomunada de todos los clubs, o la directiva blaugrana, obligada por la desaparición de ingresos con los que se contaba, se atreven a ordenar una nueva reducción de salarios la próxima temporada para asegurar su sostenibilidad económica, muy golpeada por la crisis generada por la pandemia. Si así fuera, y asumiendo que los futbolistas reaccionen con la misma comprensión que hasta ahora, la junta del Barça, presidida por Bartomeu, podrá desplegar ese nuevo intento regenerador. Rakitic y Arturo Vidal ocuparán de nuevo los primeros lugares de la rampa de salida, aunque, con contrato ambos hasta 2021, acabarán decidiendo ellos su destino como suele pasar siempre. Por su parte, sería toda una sorpresa que Suárez (2021), Piqué (2022), Alba (2024) o Busquets cambiaran de aires este verano. Ninguno ha alcanzado aún los 34 años, edad en la que Andrés Iniesta decidió marcharse con clase y por todo lo alto.
Sin reducir costes no habrá fichajes. El objetivo primordial del Barcelona es fichar un nueve que haga sombra a Luis Suárez, y el nombre subrayado en la agenda de Josep Maria Bartomeu es el del argentino Lautaro, futbolista del Inter. El club blaugrana tratará de arañar millones a la operación ofreciendo jugadores pero la cifra del traspaso suele ser más asumible porque su impacto se reparte en varias temporadas. Es el sueldo lo que más se tiene en cuenta en este tipo de adquisiciones y superar el que tiene Lautaro en el Inter no resultará tan difícil según fuentes consultadas.
Fichados Trincao, un melón por abrir, y Matheus Fernandes, nuevo expediente X que añadir a la lista de jugadores llegados desde Brasil bajo el abrigo del empleado André Cury, el Barça busca reforzarse en defensa y en la media con futbolistas siempre y cuando no los encuentre en el cada vez menos aprovechado equipo filial.
De Neymar se sigue hablando en las oficinas del Camp Nou. El brasileño insiste en volver (y Messi en recibirle) pero los números cuadran menos que el verano pasado (la última oferta consistía en 130 millones, Rakitic, Todibo y la cesión de Dembélé), sobre todo si se quiere ser coherente con el mensaje de austeridad dictado por el coronavirus.