Casemiro y Fede Valverde, dos de los jugadores más en forma del Real Madrid, se han consolidado en la medular del cuadro merengue. Con Toni Kroos y Luka Modric viviendo sus últimos años futbolísticos de alto nivel, la figura de ambos cobra todavía más importancia en los esquemas de juego de Zinedine Zidane.
En la actualidad cuesta entender el fútbol sin el sacrificio, la inteligencia, la rapidez de ejecución, la solidez o la generosidad; por ello, en el Real Madrid de Zinedine Zidane las buenas noticias han llegado en una medular que, campañas atrás, había pecado de conservadora y frágil. Casemiro siempre ha sido uno de esos jugadores inamovibles de las alineaciones titulares del técnico francés; sin embargo, en algunos tramos de la 18/19, el mediocentro carioca no dispuso de socios que acompañasen su labor y desempeño en una de las zonas más exigidas de todos los equipos.
La temporada 2019/2020 llegó cargada de noticias positivas que invitaban al optimismo casi total por parte de una siempre fiel parroquia merengue. La eclosión de Fede Valverde dotó de dinamismo, verticalidad e inteligencia a una medular inmersa en una reconstrucción paulatina en la que volvía a brillar la figura de Toni Kroos. Lo mismo pasó con Luka Modric, que en la actualidad se encuentra viviendo sus últimos años en el fútbol de élite español.
Con la irrupción del centrocampista charrúa, Casemiro encontró en él a un socio perfecto con el que complementarse y con el que llevar a cabo un relevo generacional que se producirá en las próximas temporadas. Toni Kroos, con 30 años, y Luka Modric, con 34, ya han ofrecido lo mejor de sí mismos a un Real Madrid agradecido por la labor, esfuerzo y trabajo de ambos en una de las épocas más doradas la historia blanca.
La generosidad por bandera
Casemiro, desde su llegada a la capital española, siempre se ha caracterizado por su generosidad y su trabajo. El jugador brasileño se convirtió en la pieza clave de un 4-3-3 de oro que dominó Europa durante tres años consecutivos. Además y en contexto de un cambio de sistema gradual (4-4-2), la figura de Fede Valverde ha encontrado su sitio sobre el verde del terreno de juego; prueba de ello fue el experimento -ahora realidad- de la Supercopa de España celebrada en Yeda.
Subsidiarimente, el charrúa se ha adaptado a la perfección a una demarcación en la que brillan, aún con más fuerza, todas sus cualidades. De igual forma, la pareja conformada por Valverde y Casemiro permite que jugadores como Toni Kroos dispongan de una libertad mayor para incorporarse a la línea de ataque. Por consiguiente, la presencia de ambos sobre el césped se presenta fundamental si el Real Madrid de Zidane ansía volver a dominar el continente europeo.
¿Y ahora qué?
Con el adiós de Toni Kroos y Luka Modric cada vez más cerca, la incertidumbre no preocupa, pero interesa. Isco, que parece haber recuperado su mejor versión, se erige como el candidato principal a ocupar el vacío que dejen el germano y el croata. No obstante, en la entidad blanca no pierden de vista la progresión meteórica de Martin Odegaard, un jugador destinado a mercar una época y a teñir de dorado la realidad de un conjunto merengue que apostó por el cuando tan solo tenía 16 años.
Otro de los nombres que aparecen en escena en lo que a la medular del Real Madrid respecta es el de Óscar Rodríguez, canterano blanco que milita en el CD Leganés. El centrocampista español está disfrutando de minutos y oportunidades que han catapultado su progresión y que han provocado que sea un fijo en los onces iniciales de Javier El Vasco Aguirre.
En tiempos de confinamiento y siendo el fútbol la última de las preocupaciones, el Real Madrid mantiene la confianza en dos jugadores destinados a dominar el fútbol europeo desde el centro del campo, una demarcación que requiere trabajo, contundencia, solidez, esfuerzo e inteligencia.
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