sábado, 9 de maio de 2020

Falcao, el tigre que merendaba leones

Se cumplen ocho años de la final de Europa League que enfrentó a Atlético de Madrid y Athletic de Bilbao. El trofeo viajó a Madrid gracias a una actuación estelar de Radamel Falcao.



Cantaba Torrebruno: "Tigres, leones, todos quieren ser los campeones". Bucarest coronaría a uno u otros.  Un tigre enfrentado a once leones. A priori, una lucha desigual. Pero el tigre no estaba sólo. Contaba con diez gregarios más para contener a los félidos. Y no sólo los contuvo, sino que se los merendó en una primera parte primorosa. Dos golazos, principalmente el primero, para enmarcar. Los leones quedaron noqueados y listos para recibir el golpe de gracia a ritmo de samba, Diego Ribas mediante. Juego de niños pareció. Fue el primer entorchado del 'Cholismo' y la enésima demostración de voracidad de un tigre hambriento de títulos.

Comienzo de temporada complicado

Y no había comenzado bien la temporada. Tras la anunciada marcha de Quique Sánchez Flores llegó un viejo conocido, Gregorio Manzano, para tomar las riendas del club e intentar continuar la senda positiva que había instaurado el madrileño, con los títulos de Europa League y Supercopa de Europa conquistados en 2010 y la clasificación para la segunda competición continental en su última temporada. También se habían marchado Diego Forlán al Inter de Milán y Sergio 'Kun' Agüero al Manchester City, la pareja dorada en las últimas temporadas.
Para sustituirlos había llegado un colombiano del Porto entre polémica por unas declaraciones del presidente del club portugués, Pinto Da Costa, que previamente había afirmado que se reía del interés del Atlético por Falcao porque no creía que el club colchonero tuviese dinero suficiente para pagar su traspaso, y posteriormente, confirmado el fichaje de Falcao por el Atlético de Madrid, afirmó que le había dicho al colombiano que ir al Atlético era un paso atrás. Para rematar el sainete, en el fichaje del colombiano estaba implicada la llegada de Rubén Micael, un jugador que no llegó a vestir la rojiblanca y se marchó cedido al Zaragoza antes de volver a Portugal.
En lo deportivo, el año comenzó relativamente bien, superadas las rondas previas de la Europa League y con una racha irregular en LaLiga, pero al alza. Hasta que en la jornada 5 una 'manita' del Barcelona en el Camp Nou lo torció todo y enlazó una racha de siete partidos sin ganar, lo que le hizo alejarse de la zona noble en LaLiga y poner en riesgo la clasificación a la fase eliminatoria de la Europa League, ya que a la victoria ante el Celtic siguió un empate ante el Rennes y una derrota ante Udinese que puso contra las cuerdas al conjunto de Manzano. A tal situación reaccionó el Atlético ganando los tres partidos restantes clasificando a la fase eliminatoria como primero de grupo. No así en LaLiga, donde a la irregularidad en los resultados se le sumó un mal juego que terminó por poner a Manzano nuevamente al borde del abismo. Esta vez, los resultados no acompañaron y la eliminatoria perdida ante el Albacete en Copa del Rey junto a la derrota en casa ante el Betis firmaron la sentencia del preparador andaluz.

Y llegó Simeone

El 23 de diciembre de 2011 se presentó Simeone como nuevo entrenador del Atlético de Madrid y en sus primeras declaraciones anticipó lo que terminaría siendo su equipo en los años posteriores. Un equipo molesto, incómodo, basado en la seguridad defensiva. Su primer partido fue contra el Málaga, que a la postre terminaría arrebatándole la clasificación para Champions, pero ya se podía ver la mano de Simeone. El partido terminó con empate a cero.
Sin embargo, los partidos posteriores se tradujeron en tres victorias consecutivas y otros dos empates, sin encajar un solo gol en sus seis primeros partidos. Fue la antesala del vendaval, pues hasta que terminó la temporada sólo perdió cinco partidos (Barcelona, Mallorca, Zaragoza, Levante y Real Madrid). Cuando llegó Simeone, el Atlético deambulaba décimo en LaLiga, a diez puntos del cuarto clasificado y a sólo cuatro puntos del descenso. Terminó LaLiga quinto, a sólo dos puntos del cuarto, el Málaga. En Europa, pleno.
Si dos temporadas antes había superado al Galatasaray con un gol de Forlán sobre la bocina, las eliminatorias ante Sporting de Portugal y Valencia (ambas con los mismos resultados, 0-0 y 2-2) y Liverpool (victoria por 1-0 y derrota por 2-1) gracias al valor doble de los goles en campo contrario y la final contra el Fulham en la prórroga (2-1, con doblete de Diego Forlán), en esta contabilizó todos sus partidos por victorias, con actuaciones memorables de Radamel Falcao y Adrián López, quien se destapó como un socio de lujo para el colombiano, marcando ambos en todas las eliminatorias. Lazio de Roma (1-3 y 1-0), Besiktas (que tenía en sus filas a Simao Sabrosa, ídolo rojiblanco en temporadas anteriores; 3-1 y 0-3), Hannover 96 (2-1 y 1-2) y de nuevo Valencia (4-2 y 0-1) fueron cayendo ante la actuación inmisericorde del Atlético, que no dejaba resquicio a la esperanza de remontada.
La final, ante el Athletic
El 9 de mayo de 2012 se disputaba la final de la Europa League en el Nacional Arena de Bucarest entre el Atlético de Madrid y el Athletic de Bilbao, por lo que el trofeo viajaría seguro a España y quedaba dilucidar si a la capital del Botxo o a la capital del reino. Llegaban los leones con la moral por las nubes, pues no disputaba final europea desde la temporada 1976/77, donde cayeron en la final de la Copa de la UEFA ante la Juventus (1-0 y 2-1, título para los juventinos por el valor doble de los goles en campo contrario). Además, venían de dejar en la cuneta al Lokomotive, al Manchester United ganando en ambos encuentros, al Schalke 04 de un viejo conocido, Raúl González y al Sporting de Portugal, con lo que se preveía una final muy disputada entre dos clubes hermanos con entrenadores argentinos, Diego Simeone por parte del Atlético de Madrid y Marcelo Bielsa por parte del Athletic de Bilbao.
Pero Falcao no estaba dispuesto a que una jauría de leones le aguasen la fiesta y a los siete minutos Diego Ribas filtró un pase al colombiano que se adentró en el área y frente a cuatro oponentes lanzó un disparo desde el vértice del área que entró por la escuadra del palo largo de Iraizoz. Un golazo y un jarro de agua fría para los leones a los que "se les ponía la sabana" muy cuesta arriba.
Procuró el equipo bilbaíno levantarse e ir a por el marco de Courtois en busca del empate, pero la defensa colchonera se mantenía firme y no dejaba espacios. Lo intentó Muniaín desde lejos pero sin apenas peligro. y poco después, otro zarpazo del tigre. Pérdida de Amorebieta ante Miranda y el balón llega a Arda Turán, que asiste a Falcao y este, tras recortar a Aurtenetxe, fusila a Iraizoz. Era el minuto 32 y el tigre había domado a los leones y encarrilado la final.
En un ejercicio de voluntad admirable, el Athletic no se rindió e intentó volcar el campo hacia la portería colchonera. Se sucedieron las ocasiones: Llorente de cabeza, Ibai al rechace, De Marcos, Susaeta desde lejos... las que no se iban por encima del travesaño se encontraban con las manoplas de Courtois. Tuvo otra Susaeta muy clara tras disparo de Toquero pero entre Filipe Luis y Courtois impidieron el gol que podría haber animado la final.
¿La réplica? Del tigre. Un dolor de muelas todo el encuentro, se zafó de Javi Martínez y entró en el área, volvió a 'romper' a Amorebieta y disparó pero el balón se fue a la madera. Sin embargo, poco después llegó la sentencia.
Diego Ribas recibe el balón en medio campo, sortea a Toquero y avanza a portería donde le esperan Javi Martínez y Amorebieta. El carioca decide que es su minuto de gloria, los regatea entrando por medio de ambos y cruza el balón ante la mirada impotente de Iraizoz. Minuto 89, 3-0 y el Atlético de Madrid vuelve a campeonar en la UEFA Europa League, tal como dos años atrás, pero con una superioridad insultante a lo largo de toda la competición. Fue el partido número 100 del Atlético de Madrid en la segunda competición continental. Fue el primer título de Simeone, fue el comienzo de una etapa gloriosa para el equipo colchonero, que se fusionó con la garra de su delantero estrella y con el espíritu competitivo de su flamante entrenador. Entre ambos le devolvieron al equipo un rostro incómodo, asesino, una mirada felina... La mirada del tigre.

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