sexta-feira, 1 de maio de 2020

D10s, la sonrisa del 'jogo bonito' y el león indomable: un tridente irresistible

El tridente formado por el delantero argentino y actual capitán del Fútbol Club Barcelona, Leo Messi, 'El Brujo de Porto Alegre' y el camerunés Samuel Eto'o marcó un antes y un después en el fútbol europeo, sacando a relucir la magia que impregnó al Camp Nou de idilio único con el gol. Entre los tres convirtieron 41 de los 71 goles marcados en la competición de la regularidad, y dieron color al 58% de las conquistas conseguidas bajo la batuta de un Frank Rijkaard que logró cumplir con unas expectativas demasiado altas, abanderando un proyecto ilusionante y de espectáculo.



Si se tuviera que marcar un antes y un después en el festín goleador que impregnó de magia al Camp Nou en la época de Frank Rijkaard, nos tendríamos que remontar al Mundial Sub-17, siempre recordado en los anales de la historia del fútbol. Ese escenario fue la cuna donde empezaron a brillar las estrellas de una exhibición irrepetible y, a través de sus once ediciones, espectáculo y magia fueron consolidando su nivel a lo largo de un círculo triunfal. Ronaldinho fue una de ellas. Ahí comenzó a relucir la magia de 'Ronnie', que a lo largo de su carrera terminaría aportando la pólvora necesaria en un tridente que marcaría época, en uno de los mejores equipos de la historia del fútbol moderno, dejando además un legado intangible.
Rebobinemos y sacudamos la chistera. El primer torneo celebrado por la FIFA para pequeños talentos se remonta al año 1985, cuando en China, la Sub-16 conquistaba tierras orientales con la zurda de oro de Fernando Redondo, Marco 'Diablo' Echevery y Edwin Platini Sánchez, protagonistas del Mundial celebrado en Estados Unidos en 1994.
En tierras escocesasse conoció la endiablada gambeta de Luis Figo y dos años despuésla cita mundialista con 'La Nazionale' como anfitriona presenciaba de primera mano un festín con Marcelo Gallardo, Juan Sebastián Verón y Alessandro del Piero al frente del centro del campo de Argentina.
 
Con juventud y solvencia de por mediola cita celebrada en Canadá en el año 1987 fue una estancia más que denotó la fugacidad despuntada durante el Mundial de 1998 por Emmanuel Petit en el Stade de France de París, con un 3-0 en el marcador ante la fábrica del 'jogo bonito'.
 
Con Japón de anfitrión, en el año 1993 se consagró el fútbol nigeriano, consiguiendo el oro meritorio en los Juegos Olímpicos de Atlanta, celebrados tres años después y con la huella que dejaron Celestine Babayaro, Nwankwo Kanu, Wilson Oruma e Ibrahim Babangida, que protagonizaron una etapa dorada, donde Italia descubrió el talento de Gianluigi Buffon bajo palos y Francesco Totti, eterno capitán de la Associazione Sportiva Roma y protagonistas del triunfo con el que la 'Squadra Azzurra' se alzó en el año 2006 con sede en tierras bávaras.
 
Los despuntes futbolísticos no cesaron y con la cita de 1995 fijada en Ecuador, Argentina se consagró con el fútbol de Esteban Cambiasso, al igual que Brasil, Japón y Portugal lo hicieron con Julio César, Naohiro Takahara y Nuno Gómez respectivamente, protagonistas del duelo en el que, con sede en Alemania, se vieron las caras once años después.
 
En 1997, el espectáculo se haría notar del todo. En ese año, el testigo del talento era recogido por Ronaldinho. Fue ahí, con capa de crack y con su famoso gesto de celebración cada vez que encajaba un gol, cuando condujo a 'La Canarinha' hacia la gloria mundialista.
 
A los 17 años, un niño brasileño llamado Ronaldo de Assis Moreira, natural de Porto Alegre, captaría el foco de atención en el mundo del fútbol con su juego en el Grêmio Foot-Ball Porto Alegrense y su precipitado debut con 'La Canarinha'. Con la camiseta de los verdeamarelhos alzaría el Mundial de los juveniles, siendo el mayor protagonista y convirtiéndose en el mejor jugador y máximo goleador del torneo. Con la magia de por medio, 'Ronnie' le echó una sonrisa al fútbol y su pólvora en ataque comenzó a despertar el interés de otros equipos. El destino quiso que uno de esos equipos fuese el Fútbol Club Barcelona, que tras la marcha de Radomir Antić, se vio obligado a crear un proyecto ilusionante y de pesos pesados abanderado por Frank Rijkaard. A partir de ahí, 'Ronnie' comenzó a ganarse el cariño de todos los aficionados al 'jogo bonito', pero lo hizo en la mejor de las compañías.
 
Entonces, el brasileño apadrinó a Leo Messi, el futuro 10 del plantel azulgrana. Bajo su capa de protección, el argentino levantó admiración incluso en la hinchada rival, y junto a la sencillez y el carisma del brasileño, se forjó una dupla letal a la que se le añadiría el aliciente del león indomable.
 
El argentino, recién forjado de la filosofía impregnada en La Masia, debutaba con el primer equipo el 16 de octubre de 2004 contra el Reial Club Deportiu Espanyol de Barcelona. El joven rosarino, que jugó seis partidos más, engrasó junto al brasileño el engranaje blaugrana, e hizo un gol para la historia contra el Albacete Balompié después de sustituir a Samuel Eto'o, la otra pieza clave en la delantera, en el terreno de juego. Se paró el tiempo. Algo pasó cuando el futbolista legendario asistió a su sucesor con un balón que pasó por encima de la defensa blanca, rematado con una bonita vaselina. En esa jugada se forjó el tridente que se convertiría en buque insignia del barcelonismo.
 
A partir de ese momento, conexiones de precisión milimétricas, goles por bandera y asistencias mutuas crearon un combinado de magia digno de ser recordado. En el Camp Nou, se forjaba un estilo de juego basado en el espectáculo y que le devolvía la sonrisa al conjunto azulgrana.
 
La era de Joan Laporta en el feudo azulgrana dio su pistoletazo de salida por todo lo alto en el 2003, con el concepto del círculo virtuoso, entre el éxito deportivo, económico y social, con su máximo exponente en el verde con Ronaldinho. Así, se volvió en una historia que entró en bucle de gloria con la irrupción estelar de Samuel Eto'o en 2004, que revolucionó la historia del club con su "correré como un negro para vivir como un blanco" por bandera y la intención de hacer realidad sus sueños tras salir del Real Club Deportivo Mallorca.
 
Fue Samuel Eto'o quien cimentó el camino iniciado y liderado el año anterior por Ronaldinho y lo hizo junto a otras nuevas incorporaciones como Deco, Ludovic Giuly y José Edmílson entre otros.
 
Juntos, los tres, lograron conformar un triángulo vicioso para los aficionados del Fútbol Club Barcelona. La magia, los regates y las impecables estadísticas goleadoras de Samuel Eto'o, amparadas por su talento y por sus espectaculares condiciones físicas, pero también por su voracidad y por su carácter, superaron las expectativas fijadas desde las gradas.
 
Se hizo esperar, pero llegó. Después de la larga y dolorosa travesía de cuatro años en blanco sufrida, con un quinto a la vuelta de la esquina, "la sonrisa eterna" se consolidó en el feudo azulgrana en la temporada 2005/2006, cuando el Real Madrid Club de Fútbol naufragó ante la ambición de un tridente compuesto por Ronaldinho y Samuel Eto'o amenazando en profundidad y un Leo Messi que asumía el rol de regateador infalible y que hacía de este tridente de época algo imposible de defender.

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