La década de los 80 estuvo marcada por los triunfos rojiblancos y, especialmente, por una embarcación que se convirtió en un símbolo de éxito.
Han pasado ya bastante años de aquella proeza que se gestó en la capital vizcaina, pero los athletictzales mas longevos aún disfrutan del gusto de ver a un Athletic campeón.
En aquella ocasión, Bilbao se paralizó y alrededor de un millón de personas se agolparon junto a la ria para corear y vitorear a sus héroes, que descendían en una embarcación pequeña y chata que pronto se transformó en sinónimo de gloria. Mas allá de un triunfo deportivo, aquellas victorias supusieron un mensaje de esperanza y unión para la población.
Tiempos difíciles en Bilbao
Una ciudad tan potente como Bilbao, cuya actividad económica dependía de empresas del segundo sector como la naval o la siderurgía de Altos Hornos, vio como la crisis social y económica le azotó en aquellos tiempos. Todo ello, debido a la reconversión industrial al servicio público, al mismo tiempo que se sucedieron unas inundaciones debastadoras cuyas consecuencias se llevaron por delante importantes pérdidas económicas, e incluso, vitales.
Era un Bilbao decadente sumergido en la crisis del sector industrial y asfixiado por el paro, recibió su puntilla en el final de la Semana Grande de 1983. Al mismo tiempo, se sumaba el grave impacto de la violencia del grupo ETA. Años de violencia y división que ensombrecían aún más un panorama poco esperanzador.
Athletic Club, como vía de escape social
Como un rayo de sol que se cuela entre los nubarrones, apareció el Athletic Club en aquella época. No obstante, el club venia de unos años dubitativos donde se cuestionaba la viabilidad de su filosofía y su estructura de cantera. Al mismo tiempo que la retirada de José Ángel Iribar dejaría un gran vacío en el arco de San Mamés.
La plantilla, veterana por entonces, sufrió una renovación con varias promesas que llevaron al estrellato al club de la mano de Javier Clemente. Por lo que, se confeccionó una plantilla joven que alcanzaría la gloria ganando la liga en la temporada 1982-1983 y un año más tarde al conseguir el doblete (liga y Copa del Rey), más la Supercopa de España tras ganar ambos títulos.
El Athletic a modo de salvavidas recuperaba, por momentos, la felicidad entre los bilbainos, sumergidos en la problemática social y económica operante de la época. De hecho, la celebración del 3 de mayo de 1983 congregó alrededor de un millón de personas en una ciudad, que en aquel momento, contaba con una población en torno a 430.000 habitantes. Una tremenda repercusión fruto del éxito del equipo que unió a todos.
Javier Clemente, un joven a los mandos
Tras un par de temporadas titubeantes del Athletic en Primera División, un entrenador del Bilbao Athletic relevó en el cargo del primer equipo a Iñaki Saez.
Más joven que algunos integrantes de la plantilla, Javier Clemente, tomó los mandos del Athletic en la temporada 1981-1982 con 31 años. Nuevo entrenador rojiblanco y ex jugador. Más conocido por su carrera como técnico, su historia como jugador es más bien desconocida y más si cabe el talento que desprendía. Pues una grave lesión de tibia y peroné lastró una carrera que pintaba excepcional para un joven zurdo que tuvo que retirarse de los terrenos de juego antes de tiempo. Asimismo, el destino le dio la oportunidad de labrarse una carrera como uno de los técnicos más laureados de los leones.
Con las dudas de cómo un entrenador tan inexperto y joven podía hacerse cargo de la plantilla rojiblanca, "el rubio de Barakaldo" se encargo de disiparlas bien temprano., pues en su primera temporada dejó al equipo en cuarta posición.
Tildado de defensivo, históricamente, aquel Athletic era más bien lo contrario. Clemente aprovecho, perfectamente las virtudes de su pupilos. Su equipo destacaba por la altura de sus hombres y por la destreza de sus atacantes. Así pues, escogió el 4-3-3 como sistema de juego, cuyo juego se basaba en un estilo directo en el que bombardeaba al equipo rival con centros al área, desde los costados, y balones a su hombre más adelantado. Todo ello, dotado de una garra e intensidad característica del equipo rojiblanco. Un equipo muy técnico y físico que sometía al rival de principio a fin.
Por todo ello, en la temporada 1982-1983 consiguió el titulo liguero siendo el equipo más goleador del campeonato con 71 goles a favor, siendo el capitán, Dani, su máximo artillero con 18 dianas.
Su balance en el club fue extraordinario, logrando dos ligas, una Copa del Rey y una Supercopa de España, en un periodo de 5 temporadas. Su primera etapa como técnico rojiblanco finalizó en la temporada 1985-1986 tras una serie de desavenencias con la directiva.
Un alineación de memoria
Para los aficionados de aquella época saberse la alineación rojiblanca era como recitar el Padre Nuestro para los jesuitas. Un once de memoria y que marcó una época en Bilbao y alrededores.
Comentada la disposición táctica del 4-3-3 de Javier Clemente el equipo se fundamentaba en una defensa de hierro formada por hombres como Urkiaga y Núñez o De la Fuente en los costados y "Rocky" Liceranzu y Andoni Goikoetxea en el eje central. A partir de ahí se fue formando una férrea defensa gracias a la capacidad táctica y física de un jugador como Miguel de Ándres, que actuaba como pivote organizador en la medular, custodiado por Urtubi o Sola y Gallego. La dinamita estaba reservada para la delantera con el "gran capitán" Dani, Manu Sarabia o Noriega y Estanis Argote.
Un once sin fisuras, aunque la duda estaba en la portería, puesto que la herencia de Iribar era muy difícil o, porque no decirlo, imposible de sustituir. Asimismo, desde el primer momento, la apuesta de Javi Clemente fue Andoni Zubizarreta., cuya progresión fue en aumento hasta convertirse en uno de los mejores porteros del fútbol español.
La goleada de Las Palmas
A pesar de los tropiezos en las primeras jornadas ligueras de la campaña 82-83, el Athletic enderezó el rumbo y navegó con solidez en la liga. La carrera por las primeras posiciones con el Real Madrid y FC Barcelona era frenética y se mantuvo hasta el final de la liga.
El equipo llegó a la última jornada de liga sin depender de si mismo para ganar el título. La liga se decidiría en dos encuentros cuyos resultados marcarían el título y el descenso. Así pues, el Athletic se jugaba la liga en Las Palmas de Gran Canaría frente a un conjunto local que intentaba no descender. Por otra parte, en Mestalla se jugaba, también, un duelo crucial entre Valencia y Real Madrid. Los ché se jugaban el descenso, mientras que el conjunto blanco disputaba el título al Athletic Club.
El choque en Gran Canaria comenzó mal con un autogol de Miguel De Ándres. Hecho que provocó la reacción de los leones y acabó goleando a los amarillos por cinco goles a uno. Un hecho clamoroso, más si cabe, con el gol de Tendillo en Mestalla que daba la victoria momentánea al Valencia y le mantenía en primera división.
Con los oidos puestos en el transistor, ambos choques no terminaron al mismo tiempo. Una vez, decretado el final en Valencia, la celebración en el césped del estadio de Gran Canaria fue estrepitosa. Emoción desorbitada de los jugadores, pues el Atlhetic volvía a ganar una liga 27 años después y se cantaba aquello de "Alirón..., Alirón..., el Athletic es campeón"
La culminación del éxito
Una temporada después, el club se enfrentó a un episodio que sacudió la ciudad como fueron las terribles inundaciones del verano del 83. La ciudad quedó abatida con las inumerables pérdidas económicas y humanas. En aquel momento el Athletic se posicionó como un rayo de esperanza.
Esa campaña, el Athletic Club disputó la Copa de Europa, de la que quedo apeado del torneo, por el posterior campeón, el Liverpool inglés, y logró el quinto doblete de su historia. Primero, ganó el campeonato nacional en una Liga marcada por la igualdad hasta la última jornada, ya que se hizo con el título obteniendo los mismos puntos que el Real Madrid (segundo clasificado) y con uno más que el FC Barcelona.
El equipo culminó el curso con el triunfo en la final de la Copa. Una final que el cuadro dirigido por Javier Clemente logró ganar por la mínima con un gol de Endika, un tanto que todo athleticzale guarda con mimo en su memoria. Desgraciadamente, aquel triunfo estuvo marcado por los desafortunados enfrentamientos entre jugadores de ambos equipos al finalizar el encuentro.
El doblete de Licerazu
El título liguero esperaba, de nuevo, a los leones en la campaña 83-84, pero esta vez con un guion bien distinto. Los rojiblancos jugaban en casa, dependiendo de si mismo y frente a la Real Sociedad.
Un choque lleno de tensión en el que el Athetic se adelantó gracias a un cabezazo de "Rocky" Liceranzu. A los leones solo les valía el empate y un cabezazo en el segundo palo del realista, Peio Uralde, silenció San Mamés. Un tanto que apenas celebró el delantero donostiarra, cuya imagen se ha recordado como anecdótica. A falta de pocos minutos para el final, de nuevo, Liceranzu emergió como héroe para notar el definitivo 2-1 que le otorgaba al Athletic el título de campeón liguero, de forma consecutiva. Al mismo tiempo, ese segundo testarazo supuso el gol 3000 en la liga del Athletic Club. Un tanto con doble valor.
El origen de un símbolo
Esta es la historia de como una embarcación pequeña y chata destinada en los puertos a la carga y descarga de los barcos se convirtió en una señal de esperanza y triunfo para los seguidores rojiblancos.
Equipo, sociedad y afición quedaron unidos gracias a esta embarcación, la Gabarra nº1 conocida por entonces, rebautizada como Gabarra Athletic que simbolizaría los triunfos del club.
Todo esto surgió durante la presidencia de Pedro Aurtenetxe y uno de sus directivos, Cecilio Gerrikabeitia, fue el directivo al que se le ocurrió la idea de atravesar Bilbao por toda la Ria. De esta manera, el 3 de mayo de 1983, los jugadores del Athletic, a bordo de la gabarra, remontaron la Ría desde su desembocadura en Getxo hasta el Ayuntamiento de Bilbao, por primera vez en la historia.
Aquel día, una ciudad entera se paralizó. Colegios cerrados, fábricas detenidas...todos por y para el Athletic. Asimismo, cerca de un millón de personas aclamaron al equipo en los costados de la Ria.
Un año más tarde, con un escenario más planificado, el Athletic surcó la Ria a lomos de su Gabarra oficial y el club celebró la consecución del doblete. La ciudad de Bilbao, volvió a ver la esperanza en una embarcación que se ha convertido en un símbolo.
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