El 1-1 mantiene vivo al elenco colombiano en el grupo D de la Copa.
El panorama no era el mejor para Santa Fe: jugar en el Maracaná, contra Flamengo, con la resaca de su técnico despedido antes de la batalla (Gregorio Pérez), con Agustín Julio mandado al paredón, con la necesidad de no perder. Era un caos suficiente para que Santa Fe sacara sus garras y mostrara sus colmillos. Para que se levantara. Y lo hizo. Empató 1-1 en la Copa Libertadores, y es un punto vital.
El gol cardenal fue una bendición. Porque se veía complicado, porque ya iba abajo en el marcador desde el minuto 8 y porque llegó con un juego solidario de Ánderson Plata. Plata tiene un pecado recurrente y es que no levanta la cabeza. Mantiene sus ojos en el balón y corre con la mirada clavada.
Muchas veces sus compañeros se quedan esperando el pase, la asistencia. Y nada. Si levantara más la cabeza le aportaría más resultados al equipo. Pues al minuto 30 se desquitó. Cuando recibió la pelota y corrió hacia el arco, cualquier esperaría su jugada individual, su mirada clavada, su remate; pero engañó. Su amague fue alzar la vista y ser solidario. Le hizo el pase cruzado a Morelo en el instante justo, y el goleador cardenal no lo defraudó, mandó la pelota al arco y Santa Fe celebró un gol que no tenía futuro, que no se veía posible. Fue el 1-1.
Santa Fe sufrió el partido. Pero sobre todo al comienzo y al final. El equipo presentía que el juego sería infernal, y lo era, y lo fue, aunque no hubiera público, aunque el estadio suspendido fuera como un cementerio gigante. Flamengo lo atacó con decisión de entrada, orquestado por el experimentado volante Diego, un guerrero de mil batallas, el de la camiseta 10. Y en pocos minutos ya lo tenía acorralado.
De un tiro de esquina nació el gol de Flamengo y los cardenales empezaron a derrumbarse. El cobro fue con curva hacia el arco, el atacante Dourado fue al encuentro de la pelota sin necesidad de desmarcarse, porque nadie lo marcaba.
El arquero Róbinson Zapata se lanzó con los puños estirados, dispuesto a despejar esa pelota enemiga con todas sus fuerzas, solo que lo hizo donde la jugada ya no existía. Detrás de Dourado, que ya había cabeceado delante suyo; que ya celebraba. Así fue el 1-0.
A Santa Fe se le pudo haber venido el partido encima. El partido se prestaba para presentir una catástrofe cardenal. Sobre todo cuando a los ocho minuto Flamengo ya ganaba 1-0. Y porque pudo ampliar. Zapata, que quiso olvidar rápido el gol que no vio, estuvo atento: sacó con el pecho un remate de gol de frente al rival y conjuró cualquier otra señal de peligro por abajo. Aunque cada que los brasileños levantaron la pelota, Rufay salió en falso, mostrando un inusual nerviosismo aéreo, que contagio a una defensa incómoda.
Muchas veces sus compañeros se quedan esperando el pase, la asistencia. Y nada. Si levantara más la cabeza le aportaría más resultados al equipo. Pues al minuto 30 se desquitó. Cuando recibió la pelota y corrió hacia el arco, cualquier esperaría su jugada individual, su mirada clavada, su remate; pero engañó. Su amague fue alzar la vista y ser solidario. Le hizo el pase cruzado a Morelo en el instante justo, y el goleador cardenal no lo defraudó, mandó la pelota al arco y Santa Fe celebró un gol que no tenía futuro, que no se veía posible. Fue el 1-1.
Santa Fe sufrió el partido. Pero sobre todo al comienzo y al final. El equipo presentía que el juego sería infernal, y lo era, y lo fue, aunque no hubiera público, aunque el estadio suspendido fuera como un cementerio gigante. Flamengo lo atacó con decisión de entrada, orquestado por el experimentado volante Diego, un guerrero de mil batallas, el de la camiseta 10. Y en pocos minutos ya lo tenía acorralado.
De un tiro de esquina nació el gol de Flamengo y los cardenales empezaron a derrumbarse. El cobro fue con curva hacia el arco, el atacante Dourado fue al encuentro de la pelota sin necesidad de desmarcarse, porque nadie lo marcaba.
El arquero Róbinson Zapata se lanzó con los puños estirados, dispuesto a despejar esa pelota enemiga con todas sus fuerzas, solo que lo hizo donde la jugada ya no existía. Detrás de Dourado, que ya había cabeceado delante suyo; que ya celebraba. Así fue el 1-0.
A Santa Fe se le pudo haber venido el partido encima. El partido se prestaba para presentir una catástrofe cardenal. Sobre todo cuando a los ocho minuto Flamengo ya ganaba 1-0. Y porque pudo ampliar. Zapata, que quiso olvidar rápido el gol que no vio, estuvo atento: sacó con el pecho un remate de gol de frente al rival y conjuró cualquier otra señal de peligro por abajo. Aunque cada que los brasileños levantaron la pelota, Rufay salió en falso, mostrando un inusual nerviosismo aéreo, que contagio a una defensa incómoda.
No todo el partido fue así. Cuando Santa Fe encontró el empate en los pies de Morelo, el equipo se cogió confianza, apaciguó los nervios, jugó con más tranquilidad y seguridad. El planteamiento inicial fue un 4-4-2, y en ese tramo del partido fue más eficaz, porque los jugadores cumplieron la tarea. Santa Fe se defendió mejor y Flamengo bajó el ritmo. Diego desapareció y con él las ideas locales. En el resto del primer tiempo y el comienzo del segundo, el juego cayó. Fue un partido tenso, pero sin emociones, y peor, sin público. Sin embargo, era un partido para no confiarse.
Hasta que los locales se acordaron que eran los locales y que necesitaban ganar, así sus tribunas estuvieran desiertas. Entonces fueron por la victoria y pudieron conseguirla, solo que se encontraron con Almir Soto, el volante que recién ingresaba al partido y que desde la raya de gol sacó dos veces la pelota en una misma acción.
Primero de cabeza y luego con un rechazo. Milagroso. También apareció Zapata, que por abajo estaba inspirado (no por arriba), y con la pierna estirada desvió otro remate brasileño.
Santa Fe sufrió los minutos finales. Pero se defendió con los colmillos afuera. Se llevó un punto valioso de Brasil. Y lleva tres. Se puede pensar que de punto en punto no sirve, pero sirve. Seguirán dos partidos en Bogotá, contra este mismo rival y contra River. En su casa le toca validar el esfuerzo que ha hecho por fuera. Al menos anoche Plata y Morelo se juntaron para apaciguar el caos, para dejar vivo a Santa Fe en la Copa Libertadores.
Síntesis:
1. Flamengo: Diego Alves, Rodinei, Juan, Réver, René; Gustavo Cuéllar, Lucas Paquetá, Vinicius Júnior (m.75, Geuvanio), Diego, Everton Ribeiro (m.55, Willian Arao); y Henrique Dourado (m.55, Lincoln). Entrenador: Mauricio Barbieri.
1. Independiente Santa Fe: Robinson Zapata; Carlos Arboleda (m.79, Víctor Giraldo), Javier López, William Tesillo, Nicolás Gil; Yeison Gordillo, Baldomero Perlaza, Armando Vargas (m.71, Almir Soto), Anderson Plata (m.88, Carlos Henao), John Pajoy; y Wilson Morelo. Entrenador: Agustín Julio.
Goles: 1-0, m.7: Henrique Dourado. 1-1, m.30: Wilson Morelo.
Árbitro: el uruguayo Andrés Cunha amonestó a Javier López, Almir Soto y Gustavo Cuéllar.
Hasta que los locales se acordaron que eran los locales y que necesitaban ganar, así sus tribunas estuvieran desiertas. Entonces fueron por la victoria y pudieron conseguirla, solo que se encontraron con Almir Soto, el volante que recién ingresaba al partido y que desde la raya de gol sacó dos veces la pelota en una misma acción.
Primero de cabeza y luego con un rechazo. Milagroso. También apareció Zapata, que por abajo estaba inspirado (no por arriba), y con la pierna estirada desvió otro remate brasileño.
Santa Fe sufrió los minutos finales. Pero se defendió con los colmillos afuera. Se llevó un punto valioso de Brasil. Y lleva tres. Se puede pensar que de punto en punto no sirve, pero sirve. Seguirán dos partidos en Bogotá, contra este mismo rival y contra River. En su casa le toca validar el esfuerzo que ha hecho por fuera. Al menos anoche Plata y Morelo se juntaron para apaciguar el caos, para dejar vivo a Santa Fe en la Copa Libertadores.
Síntesis:
1. Flamengo: Diego Alves, Rodinei, Juan, Réver, René; Gustavo Cuéllar, Lucas Paquetá, Vinicius Júnior (m.75, Geuvanio), Diego, Everton Ribeiro (m.55, Willian Arao); y Henrique Dourado (m.55, Lincoln). Entrenador: Mauricio Barbieri.
1. Independiente Santa Fe: Robinson Zapata; Carlos Arboleda (m.79, Víctor Giraldo), Javier López, William Tesillo, Nicolás Gil; Yeison Gordillo, Baldomero Perlaza, Armando Vargas (m.71, Almir Soto), Anderson Plata (m.88, Carlos Henao), John Pajoy; y Wilson Morelo. Entrenador: Agustín Julio.
Goles: 1-0, m.7: Henrique Dourado. 1-1, m.30: Wilson Morelo.
Árbitro: el uruguayo Andrés Cunha amonestó a Javier López, Almir Soto y Gustavo Cuéllar.
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