Hernández Hernández optó por el punto fatídico en ambos casos, se supone que por mano de Diego Carlos en el primer caso, se supone que por falta de Trippier a Ocampos en el segundo, pero detrás de tanta duda cunde la sospecha de que pudo la presión local en el primer caso y el afán por compensar en el segundo. De hecho, y por extraño que suene para el que no lo viera, las primeras protestas rojiblancas apuntaban a un posible derribo a Joao Félix y las primeras protestas nervionenses apuntaban a que Oblak hubiera sacado de dentro un cabezazo de Reguilón. Ni lo uno ni lo otro, pero puestos a controlar se hallaron otros motivos para la infracción en los mismos lances. Puntos de vista, ya se sabe.
Seis minutos de prolongación tuvo ese primer acto, y aún se antojaron escasos para el circo organizado. Conviene apuntar de una vez que ambas penas máximas acabaron en la jaula, Morata para neutralizar la ventaja visitante, Ocampos para neutralizar la ventaja local, porque antes de la primera polémica también había marcado De Jong, porque entre la primera y la segunda también marcó Joao Félix. En resumen: fue ganando el Sevilla, fue ganando el Atlético, el entreacto se alcanzó con empate... y la que volvió a perder fue la credibilidad de un sistema absolutamente maltratado por aquéllos que deberían cuidarlo.
En lo que al fútbol respecta, unos cuantos párrafos después, el partido salió equilibrado, no podía ser de otra manera, con Koke y Joao procurando hacer daño en un lado, con Navas y Jordán aliándose para hacer daño en el otro. Sufrió el Atlético por su izquierda, ocupada por Hermoso después de que Lodi se apuntara a la extensa lista de futbolistas que se caen de la alineación rojiblanca a última hora, y sufrió el Sevilla en la salida, hasta el punto de que el 2-1 fue consecuencia de una pérdida grosera. Tocaba jugársela, en fin, a un partido de 45 minutos. O de 50, claro, según le diera al del silbato y a los del VAR. La tarde podía hacerse larga.
Efectivamente, el segundo acto también duró de más. Pero fue porque Diego Carlos y Trippier coquetearon con la lesión en unos últimos minutos que si resultaron agónicos fue por la trascendencia de lo que había en juego mucho más que por lo que ya estuviera pasando sobre el pasto. Como días de mucho son vísperas de na', el tramo decisivo resultó incluso soso en comparación con el anterior. Que ni polémica hubo, miren ustedes. Simeone y Lopetegui estamparon su sello de autor, pero en lo que al marcador respecta fue para nada. Porque los que la tuvieron fue para fallarla, Costa y sobre todo Carrasco, por muy de refresco que hubieran aparecido.
El primer movimiento del Cholo pasó por el enésimo partido de Saúl como lateral, siquiera fuera para un rato, y el último le sirvió para llevarse una bronca por quitar a Joao. No parecía partido para prescindir del luso, de hecho no lo fue, y así se lo hizo saber el respetable a su técnico. Julen, mientras, sorprendió disponiendo dos puntas al entrar En-Nesyri sin que saliera De Jong, aunque después se fortificaría con Sergi Gómez. Ya le iba bien un empate con el que mantiene los dos puntos de ventaja en la clasificación sobre un rival directo, más que nada porque con esta tecnología nadie gana. Una para ti, otra para mí y los jueces encantados de haberse conocido. No era esto, definitivamente no era esto.
En lo que al fútbol respecta, unos cuantos párrafos después, el partido salió equilibrado, no podía ser de otra manera, con Koke y Joao procurando hacer daño en un lado, con Navas y Jordán aliándose para hacer daño en el otro. Sufrió el Atlético por su izquierda, ocupada por Hermoso después de que Lodi se apuntara a la extensa lista de futbolistas que se caen de la alineación rojiblanca a última hora, y sufrió el Sevilla en la salida, hasta el punto de que el 2-1 fue consecuencia de una pérdida grosera. Tocaba jugársela, en fin, a un partido de 45 minutos. O de 50, claro, según le diera al del silbato y a los del VAR. La tarde podía hacerse larga.
Efectivamente, el segundo acto también duró de más. Pero fue porque Diego Carlos y Trippier coquetearon con la lesión en unos últimos minutos que si resultaron agónicos fue por la trascendencia de lo que había en juego mucho más que por lo que ya estuviera pasando sobre el pasto. Como días de mucho son vísperas de na', el tramo decisivo resultó incluso soso en comparación con el anterior. Que ni polémica hubo, miren ustedes. Simeone y Lopetegui estamparon su sello de autor, pero en lo que al marcador respecta fue para nada. Porque los que la tuvieron fue para fallarla, Costa y sobre todo Carrasco, por muy de refresco que hubieran aparecido.
El primer movimiento del Cholo pasó por el enésimo partido de Saúl como lateral, siquiera fuera para un rato, y el último le sirvió para llevarse una bronca por quitar a Joao. No parecía partido para prescindir del luso, de hecho no lo fue, y así se lo hizo saber el respetable a su técnico. Julen, mientras, sorprendió disponiendo dos puntas al entrar En-Nesyri sin que saliera De Jong, aunque después se fortificaría con Sergi Gómez. Ya le iba bien un empate con el que mantiene los dos puntos de ventaja en la clasificación sobre un rival directo, más que nada porque con esta tecnología nadie gana. Una para ti, otra para mí y los jueces encantados de haberse conocido. No era esto, definitivamente no era esto.
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