El Bayern jugaba en el Olímpico de Múnich. Ahora lo hace en el Allianz Arena. El Arsenal pasó del viejo Highbury al moderno Emirates Stadium. El Atlético se trasladó del Calderón al Wanda Metropolitano. Asociar el nombre de un estadio a una empresa es una moda juvenil en el fútbol europeo, que la ha abrazado con desiguales resultados. Es habitual en Alemania y poco utilizada en Italia o España. El anuncio de que el Camp Nou tendrá un socio en la fachada por motivos solidarios reabre una zona poco explorada en el fútbol español.
Esta nueva vía de ingresos se explotó con éxito en el deporte profesional norteamericano donde es extraño el recinto que no lleve el nombre de un emporio. Trasladado al fútbol, la Bundesliga es la NBA de los estadios, tanto en construcción como en vertiente empresarial.
En la primera división germana hay 14 estadios de 18 con remitente empresarial. Es inevitable que algunos recintos vayan sobre ruedas como el Opel Arena del Mainz o el Volkswagen Arena del Wolfsburgo, club que es propiedad del gigante automovilístico. El sector líquido también cuenta con su terreno. Red Bull, con tentáculos polideportivos, es el patrón del Leipzig y da nombre al estadio. Más tradicional es el Schalke 04, el exequipo de Raúl, cuyo estadio lo bautiza Veltins, una cervecera.
LaLiga no ha encontrado esta vía de ingresos. Unos clubes no se atreven por tradición y a otros no les compensa. El caso más llamativo de los últimos años es el del Atlético, ligado desde los 60 al Vicente Calderón. El nuevo recinto requería de ingresos y Wanda, un gigante chino encontró sitio en la fachada. El club lo compensó con la recuperación de Metropolitano como pareja.
El otro club de LaLiga con rebautizo es la Real, que desde este verano luce su terreno como Reale Arena. Una peculiaridad es la del Villarreal, que con el sello de La Cerámica, que sin ser una sola marca representa a uno de los motores económicos de la zona. El Espanyol renombró su estadio como Power8 Stadium, pero la aventura terminó por los problemas judiciales de la empresa.
La pujante Premier League tampoco ha abrazado el patrocinio de estadios de manera mayoritaria. Hay cinco recintos 'empresariales'. Arsenal y Manchester City juegan en distintos aeropuertos. Los londinenses lo hacen en el Emirates Stadium y los 'citizens' se emplean en el Etihad. Nuevos coliseos como el del Tottenham permanecen inmaculados. El símbolo del fútbol inglés, Wembley, vive intocable.
En Italia suena a excepción un estadio abonado a un patrocinador. El calcio tampoco se distingue por la renovación de sus templos. Uno de los pocos que explota ese camino de negocio es la poderosa Juventus, cuya sede es ahora el Allianz Stadium, el 'hermano' de la casa del Bayern muniqués. El Udinese anuncia Dacia, la firma de coches, el Atalanta tira de la domótica de Gewiss y el modesto Sassuolo cuenta con Mapei, que también se anunció en el ciclismo.
La quinta de las grandes Ligas, la Ligue1 francesa, está invadida por los seguros. Los grandes estadios parisinos, el Stade de France y el Parque de los Príncipes, no han sucumbido a las corporaciones.
La NBA forma parte de otra historia. Allí lo extraño es encontrar un pabellón sin una marca como compañía. Los sectores representados son ilimitados. Como en Europa, hay aerolíneas y entidades financieras. La compañía American Airlines hace doblete con Dallas Mavericks y Miami Heat. También hay bautizos curiosos. Smoothie King, una empresa de batidos, es el banderín del pabellón de los New Orleans Pelicans. Las pizzerías Little Caesars tienen las llaves del hogar de los Detroit Pistons. Staples, una firma de artículos de cocina, nombra al hogar comunitario de Lakers y Clippers.
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