quinta-feira, 3 de maio de 2018

Atlético - Arsenal: Por aquí se va a la final



Cualquier otro equipo no estaría a un paso de la final después de haber soportado un asedio continuo del Arsenal durante 80 minutos con sólo nueve jugadores encerrados en torno al área de su propio portero. Ningún otro conjunto interioriza tan bien el sentido de la solidaridad para hacer de la defensa un arte cuando más aprieta la soga. Pocos saben sufrir de tal modo para acabar sobreviviendo. Pero el Atlético de Simeone nunca deja de sorprender,prácticamente no existe nada ya que le desvíe de su camino, que no es otro que el que conduce a Lyon el próximo día 16.
El heroico y agónico empate en la ida disputada la semana pasada en el Emirates Stadium no sólo deja al Atlético la posibilidad de sellar el pase a la final ante su enfervorizada gente, sino que ha supuesto un golpe moral en las filas de su rival, impotente ante la inútil colección de ocasiones frente a Oblak que no le ha permitido presentarse a la cita de hoy con una renta a su favor. En este sentido, la competitividad que emana de los rojiblancos supone una garantía que le lleva a salir más airoso por el factor anímico que por una cuestión de aplastamiento.
Habitual en alguna final continental cada dos años desde que Simeone se hiciera con las riendas del banquillo, la Europa League conquistada en Bucarest, y sobre todo, las heridas dejadas por la Champions en Lisboa y Milán no han hecho más que fortalecer el espíritu del vestuario rojiblanco, que tiene grabado a fuego en su interior ese gen que le impide desfallecer. Pero no viene por casualidad, como quedó patente en la cita de Londres, para la que El Cholo ya había preparado a su tropa ante la posibilidad de tener que jugar con 10. Por ahí se explica que el Atlético se maneje como nadie cuando se trata de caminar al filo del bien y del mal.
Si la propia historia europea del Atlético ya indica que empatar a domicilio casi siempre es sinónimo de pase -los rojiblancos han seguido adelante en 11 de sus 13 eliminatorias, cayendo sólo ante el Derby County en la segunda ronda de la UEFA de la temporada 74-75 tras caer en el Calderón a penaltis y frente al Ajax en la Champions del curso 96-97, cuando perdieron 2-3-, la era Simeone ha acabado por trasladar a la afición a un sueño continuo. Tras haber vencido 15 de los últimos 16 encuentros disputados como local en la presente competición, ni el armónico juego de la orquesta de Wenger se presenta como un obstáculo insalvable en la búsqueda de otra final.
No obstante, la debilidad mostrada por el Arsenal a domicilio en la Premier, que le ha obligado a agarrarse a la cita de hoy como la única posibilidad de competir en Europa la próxima temporada, desaparece cuando traspasa los límites de Inglaterra, como atestiguan los cuatro triunfos conseguidos en sus seis encuentros de esta temporada.
Sin embargo, desde que la fase de grupos de la Champions negara, contra todo pronóstico, el avance del Atlético, la hoja de ruta rojiblanca ha fijado la presencia en Lyon en apenas dos semanas como una meta innegociable. Sufriendo como el que más y sin abrazarse nunca al papel de favorito que le confieren sus propias actuaciones de las últimas campañas, pero consciente de que una nueva cita con la gloria le espera a la vuelta de la esquina. Cuando se presenta la opción de levantar un título, no es cuestión de baremar el prestigio de la Europa League. Y menos aún cuando se trata de una competición que supuso el inicio de todo lo que vendría después. La última estación será la primera gran noche del Metropolitano, pero el viaje de Simeone y los suyos no concluye hasta enfilar la calle que lleva a la final.

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