terça-feira, 28 de julho de 2020

Reaprender a ser Pumas

Opinión | Ante dimes y diretes, ante la salida abrupta de Michel, ante todo un panorama adverso Pumas ganó su partido de presentación. Iluminó un poco la oscuridad y obliga a reevaluar las expectativas que se habían pronosticado para el torneo.


Fue un 26 de abril del año 2009 cuando Pumas jugó  sin público y por las mismas circunstancias; las medidas sanitarias que surgieron para contener la nueva cepa de un virus, en ese caso la influenza. Algunos encontraran rápidamente que fue también en ese torneo que Pumas se coronó campeón y consiguió su sexto título de Liga. Que disímiles y discordantes son los tiempos a  11 años de ese juego
Volver al pasado para admirar la grandeza de Pumas se ha vuelto recurrente, tanto para medios de comunicación, opinólogos profesionales y hasta para los mismos seguidores del equipo. En una década volvimos a un escenario de futbol sin gente pero parece que tenemos un equipo sin mucho Futbol.
El día Jueves 23 de julio, para el juicio de este escritor, había llegado a consolidarse un Jueves Negro en la historia del equipo. Michel, con sorpresa de todos, decidió renunciar a la dirección técnica a solo tres días de empezar el torneo, en lo que sigue siendo una situación extraordinaria dentro de las situaciones extraordinarias. Si esto no fuese poco, los buitres asaltaron las redacciones y las monótonas noticias de la pandemia en lo que respecta al  mundo del futbol, auguraron el mal de los últimos males para el equipo.
Esa misma noche se confirmó un diseño, que, para muchos, era en principio un error. Mientras aparecían publicaciones en redes de diseños alternativos que parecían más sensatos para los valores estéticos que está acostumbrada a mostrar la playera auriazul. Una auténtica locura fue ese jueves de presentación del equipo ante un mundo que pretende levantar al futbol en esta contingencia sanitaria.
En realidad ¿qué tuvo de negro ese jueves? A un par de días, la verdad es que tuvo muy poco. Lo que invadió las emociones de muchos es que la incertidumbre se hizo presente en la previa de un torneo que, como muchos otros lo han hecho, prometía ser la redención de la escuadra que viste los colores Azul y Oro de la Universidad. Porque no sé si me equivoco pero Pumas lleva un acumulado de deudas y no en materia financiera sino en deudas estrictamente de orden futbolístico para con su afición.
Lo  irónico es que Pumas rompió la quiniela de la desesperanza que se había conjurado a escasos tres días. Contra pronóstico dio un partido de esos que le gustan a sus seguidores, con garra. Dentro del terreno de juego se vio pobreza técnica como dirían los que se autoproclaman “conocedores”, pero encendió ese juego que a veces se da por aparecer en C.U., el juego de un espíritu que solo se puede encontrar en la historia de Pumas.
Hablando el tozudo lenguaje técnico del típico analista, Pumas tiene mucho que mejorar si quiere competir. Si, esa frase que se ha escuchado una y mil veces cuando se refieren al equipo, sea cuando sea, incluso, en torneos como el Apertura 2004. Se nota que no tienen claro a qué quieren jugar y no hay alguien que sepa cómo deba jugar Pumas. El nuevo técnico tiene una aruda tarea deportriva por un lado y, por otro, tiene una labor de espiritista.
Es claro que quien venga a Pumas tendrá que darle buen juego, orden en las líneas, movimientos y estrategia. Pero para un equipo como éste no es suficiente ser un graduado con honores en conceptos futbolísticos (Paco Palencia lo demostró). Lo realmente difícil que tendrá que afrontar quien quiera que se siente en el banco, es meterle a los jugadores bien en la cabeza y, sobre todo, en el corazón, lo que significa traer puesta esa camiseta. Meterles bien claro en todos los rincones de su ser lo que representa jugar para Pumas de la Universidad, que, a diferencia de otros, se ha ganado su mote de grande no por el dinero que maneja en la cancha, se lo ha ganado con puro corazón.
No es una misión para cualquiera. Michel lo expresó sucesivamente en muchas declaraciones la campaña pasada, lo más difícil era convencerlos de que podían ganar partidos y ser protagonistas. De ahí la tarea de espiritista y hechicero que tiene que afrontar aquel que dirija a Pumas. Este fin de semana callaron muchas bocas que están expectantes y hambrientas por devorárselos. Encontraron el límite del análisis sesudo de conceptos futbolísticos y demostraron que hay equipo para jugar, porque nadie puede negar que mientras haya juego, hay esperanza. Ahora viene lo más difícil: reaprender a ser Pumas

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