terça-feira, 16 de junho de 2020

Ansu evita un susto

El Barça lidera a medio gas con un gol de su promesa y otro de Messi tras un penalti que no pareció. El Leganés empezó fuerte pero perdonó en la definición.


Cuando un equipo desesperado como el Leganés perdona escandalosamente sus primeras opciones para poner al líder ante las cuerdas, la inercia dicta su sentencia. Y eso pasó en el Camp Nou, con un Barça más que mediocre, que sumó tres puntos tras ganar 2-0 al Leganés aferrado al duende de Ansu y a un arranque esporádico de Messi. El Barça reafirma su liderato, pero pierde enteros en la bolsa de las sensaciones. Del partido contra el Leganés sale con más dudas de las que entró.
La idea de que el partido era una etapa de transición en camino a Sevilla le pudo costar al Barcelona un susto memorable. Se benefició el equipo blaugrana en la primera parte de jugar a puerta cerrada, porque el murmullo de la grada hubiera sido escandaloso y preludio de los pitos de una afición que se hubiera desesperado en los primeros 45 minutos. Se demostró que la pirotecnia mediática desatada tras el partido de Mallorca fue simplemente fruto de la inercia de una campaña basada en el lema “estamos como motos”.



Las rotaciones de Setién, a medio camino entre la paz social que exigía la presencia de un canterano, la disciplinaria que demandaba mantener el castigo a Semedo y la mediática que obligaba a dar una nueva oportunidad a Griezmann para no abrir un melón que ya apesta, fue un fracaso.


La primera parte barcelonista fue un horror de cabo a rabo. En defensa sufrió de salida con dos ocasiones de Guerrero que cogió a la defensa mirando a las musarañas. En el minuto 11 los pepineros desaprovecharon un contragolpe de tres contra el portero que Lenglet desactivó por partida doble, bajo palos en última instancia. Dos minutos más tarde, Guerrero disparó al palo en otra cantada. Si atrás el Barça era una siesta, en el centro del campo era la nada. El ritmo era desesperante. Ni Messi, que a la media hora se situó como centrocampista, animó el cotarro. Delante, el panorama no mejoraba. Griezmann volvía a dar un recital de impotencia y sólo Ansu Fati trataba de acelerar el ritmo de un equipo gripado.

Y tuvo que ser el chaval, que parece señalado por el destino, quien convirtiera en gol la primera ocasión del Barça en 42 minutos de juego al sorprender a Cuéllar con un disparo seco desde la frontal del área. Un gol que maquillaba una primera parte espantosa de un Barça que vivió 45 minutos en el alambre. Y lo que es peor, dando una imagen preocupante.


El encuentro se reanudó en base al guión de la primera parte. Con el Barça sin dar síntoma alguno de mejora y ante eso a Setién no se le ocurrió otra cosa que meter en el campo a Suárez, decisión coherente, pero a cambio de retirar a Ansu, algo que únicamente podía entenderse desde la gestión política y jamás desde el rendimiento.

La entrada de Suárez, como es habitual, animó a Messi y el argentino despertó. Primero asistió a Semedo para que éste le diera un gol hecho a Griezmann que el VAR anuló por fuera de juego de centímetros del portugués. Un minuto después, Messi arrancó y fue objeto de un penalti menos claro que las faltas que recibió antes de entrar en el área. Lo transformó el argentino liquidando el partido. Tras el tanto, Aguirre ya pensó en la siguiente jornada y reservó jugadores y Setién sacó a Riqui Puig y el partido fue languideciendo. El Barça reafirma el liderato, pero sigue sin convencer.


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