¿Qué haría Johan? Es una pregunta recurrente en el barcelonismo. La puso en el escenario una vez Pep Guardiola pero se repite en muchos ámbitos y no solo futbolísticos. Johan Cruyff fue siempre un personaje distinto que encaró con una sonrisa y un optimismo en ocasiones inexplicable cualquier circunstancia. ¿Qué haría Johan en estos días de coronavirus? Nadie puede saberlo y todos, seguro, tienen su respuesta.
Johan Cruyff falleció hace cuatro años y hace 50 que su nombre se asocia al Barcelona, desde que en el verano de 1970 visitó por primera vez el Camp Nou, conoció al que sería primero inseparable y después rechazado Charly Rexach y comenzó a labrarse un idilio entre el crack y el Barça que se confirmaría en 1973. A partir de ahí, todo lo demás.
El 24 de marzo de 2016, jueves, Barcelona amaneció soleada... Y de pronto oscureció. Minutos antes del mediodía se conoció la muerte de Johan Cruyff y la noticia, temida desde días antes, provocó un auténtico terremoto de sensaciones que golpearon al mundo del fútbol. Sin distinción.
A Cruyff, al Profeta, le acabó venciendo el cáncer que le había sido diagnosticado en octubre de 2015 y a partir de ahí su leyenda se convirtió en eterna. Puede no pasar a la historia como el mejor jugador de todos los tiempos y, probablemente, tampoco sea el mejor técnico, o manager, porque su figura va mucho más allá de simple entrenador, que haya existido... Pero nadie pudo acercarse a lo que significa su nombre en el mundo del fútbol.
Su historia comenzó un 15 de noviembre de 1964, cuando contaba aún 17 años y Vic Buckingham le dio la alternativa en un partido de la Liga holandesa que el Ajax perdió (3-1) frente al GVAV de Groningen. Johan marcó el único gol de su equipo en una difícil temporada en que disputó 10 partidos y el club de Amsterdam estuvo flirteando con el descenso hasta las últimas jornadas. A partir de ahí se desencadenó la mejor época ajaccied, y el nacimiento de una estrella.
Hasta su marcha al Barcelona en 1973 conquistó seis títulos de Liga, cuatro de Copa, tres de la vieja Copa de Europa y una Intercontinental, liderando a un Ajax convertido en referencia mundial y, personalmente, estimado como el digno sucesor de Pelé.
Pero el legado de Cruyff no se entiende sin recordar su significado y legado en el Camp Nou. Como futbolista no hizo falta que llenase las vitrinas del Barça de títulos, apenas una Liga y una Copa en cinco temporadas, para ser quien recuperó la autoestima de una hinchada deprimida y que disfrutó sin disimulo de su juego.
A su regreso, diez años después para salvar otra vez al club de la depresión, su tarea fue monumental y es a partir de ahí que no puede entenderse el fútbol moderno sin su toque personal. Cruyff devolvió el optimismo y la sonrisa al Barcelona, le sacó de encima el estigma perdedor y, más allá de los títulos, impulsó al club como no se recordaba. El ‘si yo tengo la pelota el rival no nos puede marcar gol’ se convirtió en una frase tan absurda como letal y alrededor de la que se hizo innegociable una filosofía futbolística que ha perdurado hasta nuestros días.
Cruyff regaló al barcelonismo el Dream Team y obsequió al mundo con un juego atrevido, en ocasiones suicida, que provocó una frase imborrable de uno de sus jugadores fetiche, Txiki Begiristain: “Nosotros damos espectáculo… O nos lo dan”, resumen perfecto de aquella montaña rusa de sensaciones que fue el Barcelona de la primera mitad de los 90 del pasado siglo… Y que, cualquier buena historia debe tener puntos de ese calibre, pudo no ser tal si un día de abril, en 1990, el Barça no hubiera ganado un partido al Real Madrid.
La imagen incónica de Wembley, en la que parece tropezar con una valla de publicidad tras el gol de Koeman que valió la primera Copa de Europa en la historia del Barça se repite en la retina de los aficionados cuando se hace referencia a aquel 20 de mayo de 1992. Es el zapatazo de Koeman y es la reacción de Johan, quien cuatro años después cumplió la profecía anunciada en tiempos de éxitos: “Saldré del Barça en globo”.
En globo, despedido de mala manera en mayo de 1996 pero dejando tras de sí una historia alucinante que mejorada probablemente en lo que a títulos se refiere tiempo después por su principal apóstol, Pep Guardiola, nunca fue igualada en lo que a sensaciones se refiere.
Johan Cruyff son los rondos, el posicionamiento, los inventos, las cruyffadas, las frases absurdas pero indiscutibles... Y una forma de entender el fútbol que se ha convertido en dogma alrededor del Camp Nou, donde su figura, ya presente por siempre con la estatua que tiene dedicada en la explanada del estadio, no se discute a la ve que, siempre, es discutida. Porque solo los genios disfrutan de esa consideración.
Convertido en el líder contra el nuñismo primero, regresó al club como consejero y gurú con la llegada de Laporta a la presidencia en 2003. Fue él quien aconsejó a Frank Rijkaard para dirigir el primer proyecto que lideró Ronaldinho y fue él, también, quien en 2008, aplaudió el ascenso de Pep Guardiola.
Pero, claro, la figura que hoy es estimada sin disimulo por todo el barcelonismo, fue en vida tan elogiada como atacada. Sandro Rosell recogió el testigo del nuñismo para convertirle en enemigo acérrimo y no fue hasta sus últimos días, tal y como lo proclamó su hijo Jordi, que se pudo hacer la paz con una dirigencia para la que casi siempre fue un personaje incómodo... Incluso para Josep Maria Bartomeu, quien encabezó todos los homenajes y le devolvió al plano una década después de manifestarse abiertamente en su contra: “Votar sí a la moción (contra Laporta) es votar no a Cruyff. Si se va Laporta, también se irá él” proclamó en julio de 2008.
Hoy, cuando se cumplen cuatro años de su muerte, Johan Cruyff tiene dos estadios con su nombre (el del Ajax y el de la cantera del Barça), da nombre a una Fundación y es eterno alrededor de un Camp Nou en el que su legado nadie olvida. Ni quienes disfrutaron de él ni quienes llegaron después, sabedores, todos, de lo que su nombre evoca.
‘En un momento dado’ nadie puede olvidar qué significó y significa Johan Cruyff en el mundo del fútbol. Pero mucho más en lo que es el Barcelona.
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