La reacción final del Valencia no valió para remontar los errores y regalos a la Real
La cosa pudo acabar bastante peor, porque con 0-3 y Canales jugando a sus anchas en Mestalla la afición (esta vez 26.000) se dividió entre los que decidieron marcharse a casa y los que se quedaban para silbar y protestar. La noche estaba para explotar cuando llegó la reacción del equipo, que llegó a poner el 2-3 en el marcador y amenazó seriamente el triunfo de la Real, que finalmente se llevó. A Voro, que tenía sus opciones de continuar a base de ganar partidos, regalarnos un final de temporada dentro de lo que cabe feliz y poner las cosas difíciles a quien decide, se le puede acabar haciendo demasiado larga la Liga.
El Valencia estableció un nuevo hito negativo en esta nefasta temporada, el de salir a jugar prácticamente con un gol en contra, porque apenas habían transcurrido treinta segundos cuando la Real se encontró con el inesperado regalo en Mestalla. Primero es Aderllan Santos el que no llega al balón ni tampoco para obstaculizar a Canales, que midiendo 12 centímetros menos se la llevó con facilidad por arriba. El exvalencianista la puso a la izquierda para la llegada de Juanmi, que lo hace forzado y trata de jugarla atrás sobre la misma línea de fondo, con la fortuna, o infortunio según se mire, de que golpea en la bota de Alves y se le cuela por entre las piernas.
Entre eso y que Siqueira, en lugar de ejercitar las piernas puso más empeño en sacar la mano y golpear al rival cuando tenía la pelota, la posición y toda la ventaja, poco importa que el equipo de Voro había intentado durante casi media hora sobreponerse y buscar la portería contraria. Tenía delante un equipo más organizado, con las ideas más claras y más vertical. El penalti, de los que no siempre se pitan pero a eso ya estamos acostumbrados, permitía a William José poner el 0-2 en el marcador.
A Santos no lo podía quitar Voro, pero lo hizo en el descanso con Siqueira, dando entrada a Lato. Por esa banda, sin embargo, llegaría la cabalgada de Odriozola que acabería con el 0-3 de Oyarzabal. Todo parecía visto para sentencia hasta que pasó lo inesperado, o sea, que el árbitro, en este caso Del Cerro Grande, pitó un penalti por manos en el área. Tranquilos, penalti era. Nani lo transformó antes de irse al banquillo dejando cierto espíritu en el terreno de juego de que no todo estaba perdido. Y así, con Mina y Cancelo, Zaza ponía el 2-3 con tiempo todavía para al menos empatar. Mestalla pasaba de los silbidos y los pañuelos a empujar en busca del tercero, que no llegó pero anduvo cerca.
Un segundo penalti, cuando Carlos Soler fue derribado sobre la misma línea pero Del Cerro lo sacó fuera, hubiera ayudado, pero una cosa es pitarlo con 0-3 y otra con 2-3. Acabó el choque con la sensación de que el equipo quería más, pero con tanto regalo y tantos minutos a remolque del fútbol de la Real era realmente complicado.
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