MADRID, España.- Engorrosas suelen ser las relaciones entre miembros de una institución a la hora de tomar decisiones. Muchas veces los intereses y conveniencias personales con respecto a una situación, deben ser puestas en su exacta perspectiva para el bien de una entidad, y en este particular caso las culpas deberían ser asumidas consecuentemente con la inteligencia debida.
Medio Madrid se pregunta hoy si la llegada del portugués Joao Félix al Atlético de Madrid fue una buena alternativa para la satisfacción y beneficio de todas las partes. Se preguntan si la directiva encabezada por Enrique Cerezo hizo lo apropiado, si la complacencia de Diego Simeone desde la conducción técnica fue la adecuada, o si ambas fracciones sellaron acuerdos por el bien de un futuro potencial que hoy está en entredicho.
No creo que el tiempo transcurrido desde la llegada del ‘Menino de Ouro’ al Cerro del Espino, sea suficiente para sacar conclusiones tajantes, pero sí podemos tener un acercamiento palpable a lo que ha sucedido en el funcionamiento de la escuadra rojiblanca desde entonces que nos permite juzgar de acuerdo a ello.
A esta altura de las circunstancias no debemos cambiar el punto de vista principal para un análisis de lo que acontece en el Atleti. Para ello, lo principal es saber que el entrenador es un hombre que tiene un sistema de juego ya conocido y abiertamente aceptado por el club. Por lo tanto, ni los dirigentes, ni la afición, ni nadie que esté inmiscuido en el mundo futbolístico de LaLiga, y cercano a los pormenores del caso, se debería extrañar de lo que sucede con Joao Félix.
Como segunda medida, todo el estamento colchonero debería poner en perspectiva este hecho y, a partir de allí, pensar en cuál es el mejor camino a escoger. Joao Félix siempre fue un jugador exquisito, de toque, más dado a generar una producción vistosa de efectividad indirecta. Como punto de partida de un método de juego, su prioridad fue la asociación, la pausa y no la profundidad y el vértigo de los equipos del ‘Cholo’ Simeone.
Ahora, si el tercer argumento en este entramado ha sido la intención mercantilista que contemplaba un plan económico de satisfacción para el Atlético de Madrid, tampoco, es de acotar, está siendo complaciente de cara al diseño de una imaginada y productiva negociación de compra-venta para las arcas del club.
Mientras tanto, Jan Oblak, en la otra punta del campo, continúa defendiendo un planteo que más que nunca comienza a basarse en la seguridad que trasunta el portero esloveno bajo los tres palos rojiblancos, y que obliga a replantearse ciertas conductas generales que exige la historia de este equipo entrenado por Diego Pablo Simeone.
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