España tiene claro que este jueves no concretará su pase matemático a los octavos de final pero pretende, con la victoria en el plano, dar un paso al frente a los ojos del mundo. Acabada la primera jornada la opinión mayoritaria coincide en señalar que el mejor fútbol visto en Rusia ha sido el de la Roja y el duelo ante Irán, más cómodo en el papel de lo que se sospecha será en el campo, es el momento ideal para reforzar su candidatura.
"De Gea y 10 más". Ese es el final del debate alrededor del papel del portero español, señalado tras su desafortunado debut ante Portugal y que se entiende como un apoyo indisimulado por parte de toda la expedición hispana. A partir de ahí, adivinar sus acompañantes apenas si ofrece dudas, solventándose que, de hecho, Fernando Hierro podría repetir el mismo once o, a lo sumo, dar entrada a Carvajal por Nacho en el lateral diestro.
España sonríe dando la impresión de haber olvidado cualquier crisis. Y eso que hace solamente una semana el vestuario español y su entorno se fundía entre el funeral y el incendio, despedido Lopetegui y mostrando síntomas de un divorcio que al final no fue tal.
Todo ha cambiado y más aún las sensaciones a la vista del rendimiento de Francia, de Uruguay, Alemania, Argentina o Brasil, cuyas presentaciones fueron entre discretas y decepcionantes, presentándose algunas de ellas en la segunda jornada en una situación muy diferente a esta España a la que Hierro ha devuelto a partir de la normalidad su mejor carta de presentación.
No se fía, sin embargo, el equipo español de Irán. Tiene presente el amistoso final ante Túnez, más aún su seriedad en el choque que ganó con toda la fortuna a Marruecos y sabe, por encima de todo, que el equipo de Carlos Queiroz se enfrenta a una cita histórica, probablemente la más ilusionante de su historia a la vista de que, de sopetón, ha pasado de ser la Cenicienta del grupo a ganarse el derecho de soñar con el pase a los octavos de final.
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