El último que la pifió con cuatro puntos de ventaja a falta de cinco jornadas fue el Barça en 1982. "Quedan cinco finales", insiste Zidane. El francés no se fía con el precedente de Queiroz...
La cabalística está del lado del Madrid. Para echar por la borda esta Liga tiene que meter la pata mucho en las cinco jornadas que le quedan. Se puede dar el lujo de empatar dos partidos o incluso perder uno y daría igual lo que hiciera el Barcelona. Zidane y sus pupilos tienen la sartén por el mango, el liderato está bien agarrado.
Un colchón cargado de plumas sostenidas en la historia. Para encontrar el último equipo que desperdició una ventaja semejante hay que irse al Barcelona premaradoniano de la temporada 1981-82 y hablamos de la era de las Ligas de dos puntos por triunfo. Desde que son tres, ninguno. El Madrid nunca ha perdido una ventaja tan grande a estas alturas. Lo máximo fue en la 1991-92 y se le esfumó una renta de tres puntos.
El pleno tras el coronavirus, seis de seis, se ha fraguado en Valdebebas. Zizou viene manejando un mensaje machacón al vestuario desde que reagrupó a su tropa tras el confinamiento. “Nos dijo que quería ganar las 11 jornadas, que había que sumar los 33 puntos”. La revelación ayer de Carvajal en la flash interview no fue una más. A su técnico se le escapó un Scudetto en la Juve en el último segundo, ecos que quizá le vinieron a la mente anoche. “¿Si lee que el Madrid ha ganado media Liga estará de acuerdo?”, le preguntó con picardía Roberto Sierra en Movistar+. “Para nada”, se zafó el marsellés. “Sé como es esto, hay que esperar al final...”. El madridismo también se acuerda del caso Queiroz. El portugués tuvo unas últimas cinco jornadas en 2004 calamitosas. Su Madrid iba empatado en la cabeza de la tabla con el Valencia de Benítez (tenía el goalaverage perdido) y perdió esos últimos cinco partidos. Todos.
No parece esa la dinámica actual. En el Madrid se consideró una anomalía lo del Villamarín y que el equipo estaba en la buena inercia del último Clásico. Con la Champions aparcada a agosto, Zidane apretó a los suyos para regresar a la Liga ganando esos dos primeros partidos en el Di Stéfano, Eibar y Valencia. Era una nueva miniLiga y Zidane sabía que algunos no se adaptarían a esta anómala normalidad. El Barça podía ser uno de ellos, había que meterle presión. El técnico del Real Madrid es un tipo tranquilo, pero los que le conocen bien dicen que su fijación con la Liga es casi una obsesión. La temperatura del vestuario subió muchos grados tras varios partidos de las dos últimas, tiradas antes de tiempo.
Un Madrid macizo
Otro partido con un Madrid acorazado atrás. Fue el tercer partido consecutivo con la portería a cero tras el del Mallorca y el Espanyol. Son diecisiete en esta Liga y desde Buyo en 1988 no había un portero blanco cabalgando más firme hacia el Trofeo Zamora como lo hace ahora Courtois. Junto a él, el Madrid se dirige hacia el alirón. San Mames está marcado en el calendario como la última gran salida. Sobrevivir allí serían tres cuartos de título. Luego, Alavés, Granada, Villarreal y Leganés. “Cinco finales”, insiste Zidane. Lo dicho, no se fía.
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