Y mira que Messi fue el que dispuso de las mejores ocasiones y que por fin el Barcelona firmó una buena primera media hora, pero nada. No Messi, no party y si el Real Madrid es capaz de ganar en Anoeta recuperará el liderato a falta de siete jornadas para que concluya el campeonato. Como colofón, que no falte la teoría de la conspiración con las frases a medias. “Será muy difícil ganar la Liga. Viendo las dos jornadas que llevamos creo que el Madrid perderá pocos puntos”, soltó Piqué nada más terminar el encuentro en Movistar. Y así escrito parece poca cosa, pero la sonrisa con la que acompañó lo dicho parecía dirigido no hacia el juego del Madrid precisamente. No hay que tener un doctorado en Harvard para pensar en los árbitros y el VAR.
"Creo que va a ser muy difícil ganar esta Liga al no depender de nosotros". Gerard Piqué. #VolverEsGanar
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Para el Barça el partido en Sevilla era en teoría la salida más exigente que le quedaba en el calendario y la primera prueba seria para comprobar su verdadero estado después de las victorias ante el Mallorca y el Leganés. Los de Setién salieron con ganas, sin Griezmann y sin Arthur, y durante media hora dominaron, presionaron correctamente y el juego fluyó. La pizarra de Lopetegui también funcionó porque en el minuto 21’ en una falta en el pico del área que lanzó Messi, Munir se tiró al suelo y Koundé se colocó en el palo y fue el que cabeceó el balón a córner. A la media hora llegó la pausa de hidratación y el Barça, pam, desapareció.
La parálisis de Setién
Sin la chispa de Messi y con el Sevilla achuchando en la segunda parte, al equipo culé le salvó Ter Stegen, que en el 55’ y el 57’ se lució ante Ocampos con una mano providencial y frente a Munir. El alemán volvió a ser clave y en el 70’ con el Barcelona cansado y sin ideas, Lopetegui ya había realizado cuatro cambios y Setién sólo uno: el de un Braithwaite inédito por Arthur.
El técnico cántabro no fue capaz de encontrar remedio a lo que saltaba a la vista y hasta el 77’ no dio entrada a Griezmann por Arturo Vidal cuando en la previa había confesado que Luis Suárez no estaba para aguantar 90 minutos de partido. El francés había sido intrascendente en los dos partidos anteriores, el uruguayo sale de una larga lesión y Braithwaite no da más de sí, pero el golpe de timón de dejar a Griezmann en el banquillo en la salida más importante suponía también que entrara en el partido tarde o temprano por delante de Ansu Fati, que ha demostrado tener puntería y estrella y venía de marcar frente al Leganés.
En un final frenético, en el que tanto Luis Suárez como Reguilon pudieron marcar el tanto de la victoria para los suyos, Setién optó por perder tiempo en el minuto 89’ cambiando a Riqui Puig por Rakitic. Hasta Ter Stegen creyó más que su entrenador en la victoria y ya en el tiempo de descuento subió al área contraria a rematar el último saque de esquina.
El Barça se dejó los primeros dos puntos en la nueva normalidad que es la mismita que la antigua: un entrenador timorato, una hiperdependencia de Messi, una falta de recursos evidente y de postre la sombra de la duda sobre las ayudas al Real Madrid. A Piqué habrá quien le compre ahora el discurso fruto de la impotencia de no ser capaces de jugar bien un partido completo, pero el truco es más viejo que la tos: desviar la atención para no mirarse las carencias, mover el avispero y confiar en que el ruido les sea propicio.
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