quinta-feira, 21 de junho de 2018

Colombia busca la ‘paz interior’ tras la derrota contra Japón

La página de la derrota contra Japón tardará todavía un par de horas en pasar. No importa lo que diga el discurso oficial.

Aunque los jugadores de la Selección Colombia saben que el partido del debuto contra Japón (derrota 2-1) ya debería ser historia, también entienden que hacer el duelo no es un proceso tan automático y que hay que ser pacientes para encontrar respuestas al mal partido que se jugó en Saransk.

El proceso comenzó este miércoles, con un día libre, junto a las familias, pensando en otra cosa. Dejar de darle vueltas a las fallas defensivas, las imprecisiones, la casi nula creación, la soledad de los atacantes era el primer paso de la recuperación.
Y lo tiene claro el grupo porque no es la primera vez que vive una experiencia tan difícil. De hecho, el recuerdo más claro es de una situación tan adversa como esta es de apenas en octubre del año pasado. Se trataba de un partido para firmar la clasificación al Mundial de Rusia, era solo empatar o ganar en Barranquilla y nada menos, casi un trámite.

Y resultó que fue ese el día en que el infalible David Ospina cometió los errores que le estaban permitidos para toda la eliminatoria, que los descuidos defensivos fueron notables, que Falcao anotó pero no alcanzó pues entre el minuto 89 y el 91 se fue el esfuerzo al traste. En ese momento se volvió perentorio ir a Perú a ganar, que era la única carta fija para no depender de nadie.

En ese momento la solución fue un trabajo para la cabeza y no para el cuerpo. La Selección contrató los servicios de Carlos Páez, un conferencista famoso por ser uno de los sobrevivientes del accidente aéreo conocido como la tragedia de los Andes, en 1972, y fue él quien hizo el diagnóstico: “los jugadores tenían miedo, sentían culpa”, contaría.
“Empieza por hacer lo necesario, luego lo que es posible y terminarás haciendo lo imposible”, fue la frase de batalla en aquel momento. Y es, más nunca, el slogan del equipo hoy.

Tal como en aquella oportunidad, Colombia enfrenta hoy la misma sensación de soledad, de abatimiento e impotencia: saben que están en el borde del abismo y que nadie, por muchos miles de colombianos que hayan llegado a Rusia a apoyarlos sin juzgarlos, va a darles la mano para retomar el rumbo. En ellos estuvo el problema y en ellos también reside la solución.

Este jueves el trabajo empezará por ahí, por echar mano del recuerdo de lo malo, lo doloroso, lo triste que fue el día después de perder la clasificación al Mundial de Rusia en casa, y después pensar en lo hecho en Perú, con el gol de James y el sacrifico del equipo y el sufrimiento y al final el gozo. Si no fueran los mismos protagonistas, no se creerían la película.

“Vamos a jugarnos la vida contra Polonia”, anticipaba Falcao un instante después de su doloroso debut contra Japón. Y tras de él, todos prometían sacar la cabeza, luchar, entregarse, no guardarse nada. Como es apenas obvio durante un Mundial.

Ahora solo quedan ellos y sus sombras y la meta urgente de levantar la cabeza y cambiar el rumbo contra Polonia. El domingo es el día D. Hay que confiar en que, otra vez, sacarán del sombrero el conejo de la confianza. Las armas están ahí y es solo cuestión de saber usarlas.

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