Punto de inflexión y de partida. Recuperación de la idea de juego. Buena imagen. Brotes verdes. Todos esos conceptos, positivos, surgieron de la cocina blaugrana, léase el vestuario, tras la eliminación de Bilbao. Pese a haber perdido los dos primeros títulos de la temporada, la Supercopa de España y la Copa del Rey, y pese a tener una plantilla muy justa de efectivos, el equipo barcelonista todavía cree que la temporada puede traer alegrías.
Para ello los futbolistas son conscientes de que el camino será difícil pero también saben que sólo será transitable si se aplican con el compromiso de San Mamés y recuperan la puntería, especialmente a domicilio. Fuera por el fuego amigo del secretario técnico, Éric Abidal, que les tocó en el amor propio, o porque esta vez activaron el botón de la motivación, lo cierto es que el Barça mejoró en varios aspectos de su juego, tanto colectivos como individuales, con respecto a anteriores envites. Su listón no era demasiado alto pero por algún sitio hay que empezar la reconstrucción. Al menos es lo que se entiende en el seno del equipo, que no da la campaña por entregada tras un inicio del 2020 repleto de reveses.
Tarea de grupo
Los jugadores saben que sólo desde un ejercicio colectivo podrán competir hasta el final
Lo subrayó Quique Setién, el creyente número 1 aunque su caso es normal porque acaba de llegar y sólo faltaría que ya hubiera almacenado la esperanza. Lo verbalizaron futbolistas como Jordi Alba o Gerard Piqué. Pero esas palabras hay que llevarlas a los hechos en un tramo de la temporada vital para continuar aspirando a las piezas de caza mayor. El partido del Benito Villamarín de mañana, el del Santiago Bernabeu del 1 de marzo y el de Nápoles del 25 de febrero en el regreso de la Champions son las siguientes estaciones marcadas en rojo en el calendario blaugrana, sin olvidar la visita del asombroso Getafe de Bordalás.
Serán partidos que se afrontarán como auténticas finales y en los que el Barça necesitará de una buena versión de los hombres que le quedan. Futbolistas hay que están progresando. Es el caso del solvente Semedo de los últimos partidos o de un De Jong atribulado a veces pero que desplegó su zancada en Bilbao. O Arthur, que insinuó que todavía puede ser útil esta campaña si se centra y actúa con la frescura y la intención con la que salió a jugar el jueves. Se trata de tres futbolistas que por edad tendrían que llegar en mejores condiciones a la recta final de la temporada, aunque De Jong lo haya jugado casi todo. El Barça necesita fútbol pero también pulmones. Le urge gol pero también oxígeno. A donde no llegue el talento de Messi o la experiencia de Piqué y Busquets deberían llegar futbolistas en plenitud física como el ex del Ajax, el lateral portugués o Sergi Roberto.
La persecución en la Liga
El listón del Barça no era alto pero el equipo mejoró antes de un partido en Sevilla que se presenta como capital
Es verdad que el Barcelona tiene problemas tanto en defensa (con sólo dos centrales del primer equipo para Sevilla por la sanción del ahora lesionado Piqué) como en ataque, donde Messi se está exprimiendo, Griezmann viene siendo guadianesco y Fati va creciendo a marchas forzadas. Pero tampoco es normal que el conjunto barcelonista desperdicie tantas ocasiones como en sus dos últimas salidas.
En Mestalla, tras el descanso, pudo meterse en el partido y en Bilbao lo tuvo todo en su mano para pasar. Lo lógico es que Messi reencuentre la portería pronto lejos del Camp Nou si sigue teniendo oportunidades y que Griezmann dé con la red si vuelve a plantarse solo y a placer delante del portero.
Si los barcelonistas consiguen mantener una línea de juego reconocible puede que no les sirva para revalidar el título de Liga y para llegar lejos en Europa. Pero a fogonazos y a salto de mata seguro que será más improbable que consigan competir hasta el final. Para taponar las vías de agua Setién necesita de un ejercicio mancomunado. Al Barça ya no le vale sólo con individualidades.
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