sexta-feira, 7 de fevereiro de 2020

El análisis: Iñaki Williams echa al Barça de la Copa

Por si no lo había hecho aún, el Barça vivió en San Mamés el componente épico que envuelve a la presente edición de la Copa del Rey. Lo hizo de la manera más cruel posible, y reviviendo de algún modo los fantasmas con los que empezó este curso. San Mamés, campo hostil por excelencia para los azulgrana, cerró el jueves la ronda más sorprendente de la historia del torneo del KO, dinamitando por completo las esperanzas del rey de copas, y del vigente subcampeón. Esta vez no fue Aduriz como en agosto, pero sí fue Iñaki Williams el que, en forma de dejà vu puso en pie a toda una Catedral del fútbol español, dando un agónico pase en el último minuto.

El Barça se apaga ante el rugido de los leones

Leo Messi no es ávido a ser el protagonista fuera de los terrenos de juego. Esta vez, el astro argentino llegaba a Bilbao siendo el centro de todas las miradas, y no por su condición futbolística precisamente. En una semana controvertida en cuanto a las relaciones internas del club, el Barça de Quique Setién quería tener en el pase a las semifinales de la Copa del Rey el remedio a todo el ruido generadas en los últimos dias, y su capitán en especial quería rellenar su ego futbolístico liderando otra noche para el recuerdo.
Tocaba, sin embargo, San Mamés, que enmedio del runrún provocado por la sorpresa de la Real Sociedad, esperaba revivir esa noche de agosto con la que se arrancó la temporada. El panorama, prácticamente idéntico al de la primera jornada liguera en la que Aduriz daba el primer zarpazo al Barça de Ernesto Valverde, se auguraba semblante, tanto en lo ambiental como en lo táctico. Esta vez, con Nelson Semedo y Sergi Roberto compartiendo tareas en la banda derecha, y con Ansu Fati dando aire fresco a Antoine Griezmann.
El sello de Quique Setién parecía volver a palparse en las intenciones del Barça, que salió con un engañoso 4-3-3 en busca de dominar el partido. La presión y el control del balón eran, una vez más, las premisas con las que saltaban al campo Messi y compañía, en busca de encontrar triangulaciones interiores y profundidad por las bandas ante la falta de un “nueve” arriba. El plan surgió, o al menos parecia surgir, en los primeros minutos en los que el Barça delimitó el campo ante un Athletic plantado atrás.
Pero si algo tiene San Mamés es una locura que no tardó en verse en los pupilos de Gaizka Garitano. En seguida los “leones” lanzaron el primer rugido y comenzaron a sobrevolar el césped de la Catedral como auténticas bestias. La presión rojiblanca propició un descenso de revoluciones en la circulación del Barça, que resultaba más estéril y horizontal con el paso de los minutos. El caos del primer tiempo, que también brindó una doble versión del amonestado Messi y de un decadente Ansu Fati, no se vió sin embargo en el número de ocasiones. La pelea se fraguó en las disputas de balón y en el centro del campo, dejando los acercamientos a las metas de Unai Simón y Marc André Ter Stegen para la segunda mitad.

Iñaki Williams enmedio del caos

Si en la primera mitad el calvario lo protagonizó el intercambio de golpes en el centro del campo, el segundo tiempo sí fue para los guardametas. En especial para un estelar Unai Simón, que haciendo de muñeco ante la entrada de Griezmann, salvó a un Athletic sometido a los intereses azulgranas. El Barça mostró una versión más incisiva y vertical en la segunda mitad. Buscó combinaciones por el centro, trató de  sorprender por las bandas, especialmente por la zurda de Jordi Alba, y en definitiva, buscó en todo impedir una nueva sorpresa copera a manos del Athletic de Bilbao.
Sin embargo, el afán de hacerse con la copa por parte de los leones no quedaría en vano. Lo dejó claro tras el partido Iñaki Williams, un torbellino por la banda, que su única premisa es brindarle el título a Aritz Aduriz en su última temporada. Y lo quiso hacer de la manera más épica. Junto a Iker Muniain, y al propio Aduriz tras su ingreso, Williams llevó en tromba al conjunto vasco. El Barça dominaba però no sentenciaba, mostrándose vulnerable a la hora de decidir ante el marco de Simón, que respiró aliviado al no ver pitada una pena máxima sobre Jordi Alba. La entrada de Antoine Griezmann y Arthur dio aire fresco al Barça, y en especial a un desconcertante De Jong, que tan sólo dió señas de su calidad en el tramo final del encuentro. 
A diferencia de otros escenarios, el Barça no bajaría los brazos pese a no encontrar la fórmula de cara al gol. Buscó soluciones con Ansu Fati, Jordi Alba o Nelson Semedo pero veía siempre en Unai Simón un muro. Però como en otros escenarios, especialmente el último vivido ante el Athletic, se derrumbó de la peor manera posible. Entre Sergio Busquets Iñaki Williams el Barça se condenó a una nueva eliminación, esta vez en Copa del Rey y en los instantes finales, tirando por los suelos el trabajo hecho en noventa minutos. Un gol que ponía patas arriba a un infernal San Mamés, y hacía lo mismo con la estructura deportiva de este Barça, que salió peor de lo que entró a la Catedral bilbaína, pese a que parece que la semilla de Quique Setién sí empieza a florecer.

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