El Leicester City de Brendan Rodgers atraviesa un momento fantástico. A falta de un partido para completar la primera vuelta de la Premier League, los Foxes acumulan 39 puntos siendo el más inmediato perseguidor del Liverpool; equipo con el que se enfrentarán el próximo 26 de diciembre en el King Power Stadium.
El 3 de mayo de 2016 sería la consagración de una gesta sin precedentes: el Leicester City, dirigido por Claudio Ranieri y comandado por Jamie Vardy, Ryan Mahrez, Wes Morgan y compañía; lograban levantar el título de Premier League por primera vez en los 132 años de historia de los Foxes. Pero toda esa gesta no empezó ni terminó allí:
Corría el año 2011, por los meses de noviembre, cuando arribó a la ciudad de Leicester el gran nombre previo a Ranieri: Nigel Pearson. Pearson permaneció en Leicester City hasta 2015, y en su etapa como DT de los Zorros vivió historias dignas de Premios Oscar.
En la temporada 2012-13, Leicester logra colarse entre los seis primeros puestos del Championship, asegurando así su participación en los play-off. ¿Qué ocurriría? En una semifinal insólita ante Watford, el equipo de Pearson resultaría eliminado tras una escena kafkiana:
Leicester caía 2-1 de visita ante el Watford, la serie se encontraba 2-2, ese resultado le permitía al Watford la clasificación por el mejor posicionamiento en la tabla durante la temporada regular. Pero, Anthony Knockaert – jugador de Leicester – a los 90+6’, incursionó por banda derecha de afuera hacia dentro, consiguiendo el penal sobre la hora para Leicester (Una jugada polémica porque no se alcanza a ver un contacto suficiente por parte del italiano Marco Casetti para derribar al francés). El mismo Knockaert se encargó de patear el penal y fallarlo, bueno, en realidad, el ex Arsenal Manuel Almunia, atajó en dos oportunidades, primero el penal con sus pies; y luego con su cuerpo el rebote que le cayó al mismo Anthony. La serie se mantiene 2-2 y en la siguiente jugada, en un contragolpe de ensueño; Troy Deeney marca el 3-1 definitivo en el encuentro y 3-2 en la serie; despertando al Leicester del sueño del ascenso. Una jugada que pasó a la historia del Championship.
El decepcionante final de campaña 2013, no ocurrió en 2014; cuando Leicester City logró la impresionante cifra de 102 puntos consagrándose campeón de la segunda división inglesa por séptima vez en su historia.
Nigel Pearson y sus dirigidos hicieron historia, ya que le otorgaron al Leicester el ascenso a la Premier tras diez años de ausencia. También representaba el primer éxito palpable para la gestión del tailandés Vichai Srivaddhanaprabha, que asumió la presidencia del club en febrero de 2011. Lo mejor, estaría por llegar:
Del ascenso frenético, a una salvación milagrosa
Le costó, y montones, volver a la Premier al Leicester. Se dice fácil; pero pasar una década sin estar en la máxima categoría es un golpe institucional y deportivo muy duro. ¿El primer objetivo del Leicester de Pearson? Mantener la categoría a cómo de lugar. Algo que se complicó tanto como su ascenso a la primera división del fútbol inglés.
Un inicio relativamente bueno, del cual se destaca aquel triunfo increíble ante el Manchester United, los Red Devils empezaron mandando por 1-3; pero el Leicester con unos estelares Leonardo Ulloa y Esteban “Cuchu” Cambiasso – flamantes refuerzos de los Foxes para la 2014-15 – y un Vardy que ya empezaba a marcar goles en Premier, terminó remontando un partido increíble por 5-3. Épico.
Pero la temporada no continúo bien, una racha de once partidos sin ganar en donde solo sumó un mísero punto al igualar sin goles ante el Sunderland; empezaba a vestir al Leicester con el traje de Championschip nuevamente.
Una pequeña racha de buenos resultados ante Hull City, Liverpool y Aston Villa; no fueron suficientes para unos Foxes que tuvieron otra mala recha de ocho partidos sin ganar y ocupando el fondo de la tabla durante 180 días. La suerte parecía echada.
Pero llegó "The great escape"
El gran escape, cómo se le llamó a la salvadora salvación del Leicester, empezó en la jornada 31 de aquella Premier; cuando The Foxes derrotaron al West Ham y, posteriormente, hilaron cuatro victorias en fila que fueron cortadas a manos del campeón Chelsea. Pero después de esa derrota Leicester siguió en racha, goleó al Newcastle 3-0 y venció al Southhampton para firmar seis victorias en sus últimas siete presentaciones, alcanzando las 38 unidades y alejándose definitivamente del descenso. La temporada culminó de la mejor forma, en el King Power Stadium, goleando 5-1 al Queens Park Rangers y arribando a la decimo cuarta posición con 41 puntos.
La llegada de Ranieri
Para la siguiente campaña Leicester se despediría del histórico Nigel Pearson para la llegada ya conocida por todos de Claudio Ranieri. Fue un movimiento sorpresivo. Que el italiano llegara al Leicester fue un cambio abrupto para un proceso de Pearson que había tocado techo.
El mercado de pases del Leicester dejó la vacante del Cucho Cambiasso, que fichó por el Olimpiakos luego de haber sido elegido en los LCFC Awards como el mejor jugador de la temporada 2014-15. En su lugar irrumpió el queridísimo por todos, N´Golo Kanté, que en aquel entonces llegaba proveniente del Caen de Francia. Otros jugadores importantes que llegaron fueron Christian Fuch que llegó desde Alemania y Shinji Okazaka. Ambos titulares y determinantes en el título de los Foxes.
Esa temporada no puede describirse sino es en momentos. Las dos remontadas consecutivas ante el Aston Villa y el Stoke City. El doblete de Vardy ante el Southhampton. El gol de Okazaki determinado por el "goal line technology" ante el Aston Villa, empate clave. El récord de Vardy que marcó en 11 partidos de forma consecutiva batiendo la marca del legendario Van Nistelrooy ante el Manchester United. Estar punteros cuando un año atrás estaban últimos, allá por la jornada 17. El triunfo en el White Hart Lane en el Tottenham. Los dos goles de Vardy en el King Power ante el Liverpool. La exhibición de Mahrez y el doblete de goles de Huth ante el Manchester City para alejar a los citizens a seis unidades. El golpe encestado en Wembley, a manos del Arsenal, para posterior recuperación ante el Norwich con gol de Leonardo Ulloa. El gol de Wes Morgan en el Old Trafford. Y tantos otros momentos que dan para escribir un libro.
Una temporada de los Foxes que puede describirse como una montaña rusa de emociones, de tardes y noches mágicas, goles sobre la hora, partidos donde Schmeichel salía figura; con un Kanté recuperando todos los balones en zona central y un Drinkwater que lo apoyaba con su sentido de ubicación. Vardy, Mahrez, Okazaki y Albrigthon aportando gol y recorrido. Morgan y Huth, dos centrales que absolutamente nadie los quería en sus clubes; marcando los goles más importantes ante los rivales directos. Una historia de ficción, en la que nadie creyó salvo algún apostador iluso (que ahora es un genio, apostó 63 euros y ganó 93000) y un soñador: Claudio Ranieri.
Y es que, tácticamente hablando, aquel Leicester está a años luz del actual dirigido por Brendan Rodgers. 4-4-2 clásico, con jugadores altamente motivados, con un par intratables – Vardy y Mahrez – y un Kanté haciendo de locomotora y Drinkwater el trabajo posicional. Huth y Morgan sacando todo por alto. Okazaki y Albrigthon que, quizá no eran los jugadores talentosos, pero sí tenían una solidaridad inmensa para con el equipo. Lo mismo para Fuch y Simpson, los laterales. Sin olvidarse de Kasper Peter Schmeichel, por supuesto, las atajadas no podían faltar en una hazaña de tal calibre.
Pero nada de eso hubiera ocurrido sin Ranieri y su capacidad para motivar a un grupo de jugadores que les vio talento desde el primer día.
“Había una electricidad genial en Leicester desde el primer día. Empieza con el presidente y va a los jugadores, el staff, los fans. No había palabras de lo que sentí. En el estadio King Power había una energía tremenda”. Señaló el italiano en una carta que escribió para The Tribune Players luego de la consagración.
Una frase que quedó para la historia "Vamos chicos, vamos. Si mantienen el arco en cero, los invito a comer pizza". Ranieri sabía lo que hacía sin dudas, le preocupaba que su equipo encajaba muchos goles y necesitaban marcar dos o tres para ganar; y eso no podía ser sustentable en una temporada que inició con un objetivo, la permanencia, pero que; con el correr de los días, pasó a ser conseguir puestos en Europa, y que, con el correr de las fechas y ver la irregularidad de los equipos del big six pasó a ser el título de Premier.
El italiano, no sólo los invitó a comer pizzas en Peter Pizzería en Leicester City Square después de dejar imbatido su arco ante Crystal Palace tras nueve jornadas sin lograrlo; sino que los puso a amasar su propia masa: “tienen que trabajar para todo. Yo trabajo por su pizza también. Haremos la nuestra.” Una enseñanza de sentido de pertenencia y esfuerzo. ¿Saben cuántas porterías dejó en cero el Leicester después de la idea de la pizza? Doce y quedó como el cuarto equipo que menos goles recibió al final de temporada. Ranieri dijo que no creía que era una simple coincidencia.
La carta de Ranieri es fantástica, reveladora y emocionante. Al leerla te trasladas a la ciudad de Leicester en el período 2015-16. Lo que habrán disfrutado los hinchas / fans del Leicester aquella temporada es sin dudas indescriptible. “Nosotros no soñamos” se tituló la carta, hay párrafos llenos de sabiduría que representa a la perfección que era ese equipo de Ranieri:
"Aún faltan seis partidos, y debemos continuar la lucha con nuestro corazón y alma. Este es un club pequeño que le está demostrando al mundo lo que se puede conseguir por medio de espíritu y determinación. Veintiséis jugadores. Veintiséis diferentes cabezas, pero un corazón.
Hace solo un par de años mucho de mis jugadores estaban en las ligas menores. Vardy trabajaba en una fábrica. Kanté se encontraba en el tercer nivel de la liga francesa. Mahrez se encontraba en la cuarta división francesa.
Ahora, luchamos por un título. Los fans de Leicester que encuentro en la calle me dicen que están soñando. Les digo: “OK, ustedes sueñen por nosotros. Nosotros no soñamos, simplemente trabajamos duro.”
No importa lo que suceda al final de la temporada, creo que nuestra historia es importante para todos los fanáticos del futbol en el mundo. Da esperanza a los jóvenes jugadores que se les ha dicho que no son suficientemente buenos.
Ellos se pueden decir a sí mismos: “¿Cómo llego al top level? Si Vardy puede hacer, si Kanté puede hacer, tal vez yo también puedo.”
¿Qué necesitas para llegar?
¿Un gran nombre? No.
¿Un gran contrato? No.
Solo necesitas mantener una mente abierta, un corazón abierto, unas baterías completas, y correr libre".
Y claro, toda historia similar a la del Leicester de Ranieri, tiene que ser un relato romántico. De esos que son casi inexistentes en la actualidad.
Años de transición
¿Qué fue de la vida del equipo que logró una de las mayores gestas futboleras? Tuvo temporadas de transición. La primera, al mando del mismo Ranieri. Que no tuvo un gran éxito en su segundo curco con los Foxes, aunque siguió haciendo historia:
El Leicester como campeón de Premier League tenía que jugar la máxima competición de clubes en el mundo, The Champions League. Corrió con buena fortuna en el sorteo de Champions y logró quedarse con el primer lugar de su grupo, eso le permitió medirse con el Sevilla FC en los 8vos de final; donde los ingleses perdieron la ida por 2-1 en el Sánchez-Pizjuán. Este resultado – nada malo considerando el gol de visitante, pero derrota al fin – sumado a la mala campaña de los Foxes en Premier League donde se encontraban peleando por la permanencia; terminó con la destitución de Claudio Ranieri como director técnico del Leicester.
Esto fue un balde de agua fría en su momento. La destitución de Ranieri a la siguiente temporada de hacer historia dejó frívolo a más de uno. Pero en el fútbol hay una ley inexorable, la de los resultados; si estos no acompañan no hay futuro y esa decisión de la directiva del Leicester – que seguro fue una muy difícil – la elevó a su máximo potencia. El que sustituyó al italiano fue Craig Shakespeare.
Los resultados terminaron dándole la razón a los directivos. Leicester remontó la eliminatoria ante Sevilla por 2-0 y en su primera Champions se coló entre los ocho mejores clubes de Europa. Nada mal si se considera que los que hacen vida en el King Power Stadium perdieron ese año a N´golo Kanté, una de sus principales figuras. Craig también logró alejar al Leicester del descenso que terminó esa campaña en la duodécima plaza con 44 puntos.
Recordar que Shakespeare no era un improvisado, pues formó parte del cuerpo técnico de Nigel Pearson y Claudio Ranieri, es decir; conocía la dinámica del club.
Craig firmó por tres temporadas más con Leicester tras su buen inicio, pero, en la temporada siguiente; en los primeros ocho partidos de Premier apenas logró seis puntos en ocho jornadas. Si sacaron a Ranieri, que iba a esperar Shakespeare.
La transición continúo con Claude Puel, previamente a ello Michael Antony Appleton hizo de interino un par de jornadas. El francés pasó sin pena ni gloria, una etapa correcta – si se quiere – donde dirigió 67 encuentros, ganó 23; perdió 26 y empató 18. Fue destituido del cargo en febrero de este año, allá por los meses carnavales de febrero, cuando Leicester acumuló siete partidos sin ganar; seis derrotas y una igualdad.
Y ahí, llegó el proyecto Rodgers
Brendan Rodgers y Leicester eran la decisión correcta para cada uno. Rodgers provenía del histórico Celtic escocés donde tuvo un paso de mucho éxito a nivel nacional. Leicester encontraba un DT que, además de conocer la liga y tener varias experiencias previas que le enriquecieron como entrenador, practicaba un fútbol ofensivo y dinámico que iba de la mano con las características del plantel. La apuesta tenía sentido.
Rodgers encontró una gran base desde que llegó. El mercado de pases en el 2018-19 fue muy productivo con las llegadas de Ricardo Pereira, Jonny Evans, Tielemans (invierno) y el defensa turco Çağlar Söyüncü que no había tenido nada de protagonismo en su primera campaña. Para la temporada 2019 los Foxes reforzaron en zonas claves del campo, Ayoze Pérez, la compra oficial de Tielemans, la recuperación de Harvey Barnes y la llegada de jugadores de menor renombre como Dennis Praet le permiten a Rodgers tener un equipo competitivo con cierta capacidad para rotar y flexibilidad en el sistema.
El equipo sensación
Rodgers no sólo armó un equipo vistoso, donde se prioriza la intensidad y la dinámica en transición. Armó una estructura que se adapta a los diferentes contextos que pide el juego. El Leicester es un equipo camaleónico, que cambia de color según el rival; explotando sus debilidades y sacándole el máximo provecho a sus principales virtudes.
A los Foxes los hemos visto replegarse y dañar en transición defensa-ataque, como tomar la iniciativa imponiendo condiciones a través de la posesión. Y es que, tiene jugadores para ambas facetas. Empezando por un bloque bajo compuesto por el experimentado Evans y los fenomenales Söyüncü y Ndidi. Tres piezas complementarias y que le han otorgado una seguridad gigantesca al resto del equipo.
A partir de acá conseguimos en el sistema 4-1-4-1 que implementa Rodgers, una buena cantidad de detalles tácticos que hace de este equipo un conjunto maravilloso.
Empezando por la mejor pareja de laterales de la Premier después de Robertson y Trent-Arnold: Ben Chilwell y Ricardo Pereira. El Leicester es un avión, y como aeroplano, sus alas son especialmente vitales. El inglés y el portugués tienen un alma ofensiva detectada por Brendan, de allí que estos tengan la plena libertad de soltarse en ataque constantemente dando amplitud al equipo y una línea de pases extra en a los volantes. Además, tienen el suficiente criterio para entender el juego y en determinada circunstancia romper vía carriles interiores mientras el extremo fija a sus marcadores. Tanto Ben como Ricardo, por momentos, son indetectables. Y esto es mérito único y exclusivo de la pizarra norirlandés Brendan Rodgers.
Se había mencionado a Wilfred Ndidi por su importancia en el bloque bajo, pero es injusto atribuirle una sola función al nigeriano que además de aportar el equilibrio entre la defensa y los volantes; también es ese primer pase para los interiores y, si la jugada pide rompimiento; Wilfred ha demostrado un gran crecimiento para romper líneas con balón dominado o en asociación. Jugador que ha permitido la explosión de dos figuras fundamentales: el inglés James Maddison y el belga Youri Tielemans.
Maddison y Tielemans ejercen de interiores en el 4-1-4-1, por delante de Ndidi y por detrás de Jamie Vardy, de características distintas y, por ende; misiones diferentes dentro del engramado. James es, por lejos, el jugador más talentoso de la plantilla. Si Pereira y Chilwell son las alas, Maddison es el motor. Por los pies del inglés pasan todos los balones en ofensiva, ¿Para qué? Uno, darle sentido; dos, impregnarle calidad.
El ex Mónaco Tielemans tiene una misión típica de box to box. De ir y venir, desplegarse, aportar recorrido y sumar en ambas facetas. Se posiciona mucho más cerca de Ndidi comparado con Maddison para no dejarlo en solitario en una zona de mucha circulación, pisa bastante el área y juega un papel preponderante para recibir del nigeriano y distribuir. Cuando no es él, otro que puede cumplir esta misión es su compatriota Praet; pero Youri está teniendo un estado de forma superlativo desde el arribo de Rodgers.
El hombre insignia
Ese no es nadie más y nada menos que Jamie Vardy, que desde su irrupción en la élite no ha parado de hacer goles. Le costó montones llegar, se dedicaba al fútbol cuasi Amateur y trabajaba en una fábrica hasta hace no mucho tiempo; pero, le llegó su oportunidad y una vez arriba, no paró de trabajar para seguir creciendo.
Una leyenda del Leicester, el goleador del equipo en el título con Ranieri y el que siempre estuvo presente en los Foxes incluso cuando el colectivo no respondía. Si el Leicester ahora mismo está firmando un arranque brillante, donde marcha segundo lugar presumiendo el tercer mejor ataque del torneo; es en gran parte gracias a los 16 goles del killer inglés.
Un arranque de proyecto que ilusiona
Leicester se posiciona como uno de los proyectos más interesantes e ilusionantes del viejo continente. Su inicio es formidable, son segundos con 39 puntos cosechando 12 victorias de 18 posibles. Es la defensa menos batida del torneo (14, igual que el Liverpool), la tercera mejor ofensiva (41) y sino fuera por el paso de récord que lleva Liverpool (invicto, ganando 16 de 17 partidos) ahora estaría peleando palmo a palmo por el título.
Viendo esto, la directiva de los Foxes no perdió tiempo y ya le renovó por cinco años a Brendan Rodgers. ¿El objetivo? Hacer de Leicester un club capaz de pelear con los equipos del Big Six. De momento lo está logrando, y con creces.
Habrá que ver la capacidad de resiliencia del proyecto en los momentos difíciles, también ver que tan sustentable será en la parte deportiva. Ya que, seguramente, ofertas por los Pereira, Söyüncü, Chilwell, Maddison, etc.; sobrarán. De hecho, ya hay intereses directos.
Brendan ya dijo que el Leicester no venderá en invierno, el objetivo es claro, permanecer en puestos de Champions y estar a la vanguardia de Liverpool. Si los Reds aflojan en algunos partidos, incluyendo el duelo directo del 26/12 en el King Power Stadium; se puede venir una gran lucha por el título en el segundo semestre de la temporada.
Las diferencias del legado de Ranieri al proyecto Rodgers
Lo del italiano fue una verdadera hazaña. Pocas veces o ninguna, se había visto algo igual. Por eso, no fue algo sustentable; solo duró un chispazo que sirvió para conmover a todo el mundo fútbol y quedar en las páginas doradas de este deporte. Lo de Rodgers, por contrario, es un proyecto coherente y con base. Que tiene como cimientos una transición, la maduración de jugadores de la casa, algunos mercados de pases y el liderazgo de figuras históricas como Vardy y Schmeichel.
A estas alturas, Leicester City ya tendría prácticamente la mitad de los puntos cosechados (39 contra 81) de aquella campaña histórica con Ranieri, con 18 jornadas disputadas y a falta del partido clave ante Liverpool. Una performance impresionante que puede significar un antes y después en una institución.
Leicester, de ser un conjunto que lucha por la permanencia, a ser uno que vaya a por el asalto constante del Big Six. ¿Triunfará el proyecto Rodgers? Solo el tiempo, juez sin contemplación, lo determinará.
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