La falta de gol obliga a la contratación de un 9, el tope salarial limita los movimientos. Bajo estas dos premisas debe manejarse el Atlético en el próximo mercado invernal. Se busca un delantero contrastado y de rendimiento inmediato, pero también se precisa un nuevo alarde de imaginación para cerrar la operación y continuar con la tradición, en lo que al modo de aterrizar se refiere, de los fichajes más sonados que se han enfundado la camiseta rojiblanca a partir del mes de enero.
Morata, último precedente y probablemente el de mayor rendimiento de todas las caras nuevas de invierno, supone un buen espejo de la situación en la que vuelve a reflejase el Atlético y de la hoja de ruta que ya ha comenzado a trazarse desde las oficinas del Metropolitano. Con Costa en el quirófano y Griezmann como único argumento (su sombra sigue vigente hoy) ante el marco contrario, el delantero del Chelsea se presentaba hace un año como un recambio de probado reconocimiento tras labrarse su nombre previamente en el Real Madrid, la Juventus y la selección.
Sin embargo, ya existía el problema actual, el límite salarial ahogaba al Atlético hasta el punto de que obligaba a vender a Kalinic y Gelson para poder hacerle hueco. Ante las complicaciones que generaba dar salida al croata, los rectores rojiblancos acabarían ideando un plan que pasaría por el traspaso de Jonny, fichado del Celta seis meses antes y cedido directamente al Wolverhampton, y la negociación con el Chelsea de un préstamo por 18 meses y con diferentes opciones de compra que permitiría inscribir al delantero sin sobrepasar el presupuesto disponible para la temporada pasada.
No se trataba, en todo caso, de la primera vez que se hacían malabares en los despachos para hacer posible un fichaje en pleno enero. Fernando Torres, la otra gran nota positiva de un mercado invernal, también retornaría a casa después de otro ejercicio de inventiva: un cambio de cromos con un Milan que acogía en su plantilla al fracasado Cerci. Operación que aún así no resultaría sencilla, pues también se vería involucrado un Chelsea que era quien había cedido al Niño al Calcio. Sea como fuere, el diseño de esta jugada a tres bandas acabaría satisfaciendo la demanda de Simeone para alimentar la competencia con Mandzukic.
Como sucede ahora, lo que se presumía como imposible unos meses antes acabaría teniendo una solución exitosa. Tampoco siguieron el cauce habitual los fichajes invernales de Diego Costa y Vitolo, aunque en su caso debido a la sanción impuesta por la FIFA al Atlético que le impedía inscribirlos en verano, cuando fueron contratados.
UN PERFIL MUY CLARO
Así las cosas, aunque los 348,5 kilos que fijan el límite salarial del Atlético para este curso ya han sido invertidos, la búsqueda de un 9 ya no tiene marcha atrás. De hecho, el perfil está muy claro: reconocido en Europa, goleador acreditado, con jerarquía y capacidad para rendir de manera inmediata. Dicho de otro modo, ni perlas emergentes al otro lado del charco ni apuestas de futuro que precisen un periodo de adaptación. Una historia bien distinta radica en la manera de hacer viable su contratación, abriéndose todo tipo de alternativas, desde salidas en la plantilla... a alguna otra solución imaginativa.
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