El Real Madrid visitaba, en esta jornada 23 de La Liga, al Osasuna en El Sadar. Líder solitario, no puede darse el lujo de ceder ni un solo punto, ya que la diferencia con el segundo es de tres puntos y pinchar supondría conceder ventaja a los perseguidores prinicipales.
Pero el Real Madrid tenía más razones para sentir mayor presión aún. Entre semana fueron eliminados de la Copa del Rey de una manera sorpresiva. Sumaban veintiún partidos invictos y ostentaban tener una de las defensas que menos goles han concedido, pero aún así, fueron derrotados por la Real Sociedad (3-4). Con el afán de reponerse de esa caída, de demostrar que no fue más que una noche desafortunada y que son dignos de continuar siendo los líderes de La Liga, empezaron el partido contra el Osasuna.
Dominio local en los minutos iniciales
En los primeros quince minutos, el equipo local afrontó el encuentro con una actitud atrevida, con toda la intención de hacer respetar su casa. Con un ritmo frenético y una alta intensidad, logró preocupar al Real Madrid en varias ocasiones, quitándoles el balón y el control del juego. Gracias a ello, se adelantaron en el marcador con un cabezazo de Unai García en el que Casemiro no logró marcarlo correctamente.
Tras ese gol, el Real Madrid empezó a despertar y a entrar realmente al partido poco a poco. Isco y Modric fueron los líderes de la recuperación de su equipo y que además fue el autor del empate en el minuto 33. Tras un centro largo de Mendy, Bale salva el balón y lo envió a Isco, quien de volea dentro del área, hizo el primer gol del Madrid de la tarde.
El Real Madrid se repone
Cinco minutos después, el equipo merengue logró ponerse por delante en el marcador; fue gracias a un tiro de esquina pateado por Modric que cabeceó un omnipresente Casemiro para dejarle servido el gol a Sergio Ramos, quien también con su cabeza, hizo el 1-2.
Ya en el segundo tiempo, el Madrid ingresó con otra actitud. Tenían la confianza reforzada por su remontada, pero no podían permitir el empate del Osasuna. Benzema se enchufó y el partido cambió, lo que propició que el francés tuviera más influencia en el juego de los pupilos de Zinedine Zidane. Si bien parecieron tomar las riendas del encuentro, los goles no llegaban. Durante un tramo de la segunda parte, el Madrid comenzó a retroceder sus líneas, algo para nada beneficioso, por lo que Zidane respondió con cambios ofensivos. No quería cuidar el resultado, quería ampliarlo.
Salió Bale de partido muy discreto e ingresó Lucas Vázquez. También se retiró Isco, quien fue probablemente el mejor de su equipo hasta ese momento, y entró Vinicius. De esa forma, Zidane tenía sus extremos renovados y dotó al equipo de una mayor verticalidad y desequilibrio, en especial por los carriles. Finalmente, en el minuto 84, lograron aumentar el colchón de goles y ratificar el buen momento que atraviesa el cuadro merengue.
En un contraataque, Benzema logró engañar a la defensa rival, dándole tiempo a Lucas Vázquez a que llegara al área rival y así asistirlo, para que el extremo marcara el 1-3. Para cerrar la tarde con un broche de oro, Benzema fue sustituido por Luka Jovic cuatro minutos después, y en el que fue prácticamente el primer balón que tocó el serbio en el partido, consiguió marcar el 1-4 definitivo con un disparo fulminante que acabó con las telarañas de la meta defendida por Sergio.
De esa forma el Real Madrid se recuperó, no solo de un inicio complicado en uno de los campos más adversos de la primera división española de fútbol, sino de la desilusión fruto de la derrota sufrida en Copa ante la Real Sociedad. Además, los blancos se aseguraron seguir siendo los líderes solitarios de LaLiga Santander, competición que exige cosechar triunfos en terrenos de juego como El Sadar. El encuentro estuvo cargado de noticias positivas. El Real Madrid demostró que hay vida sin Toni Kroos, que Isco está viviendo uno de sus mejores momento y que Luka Jovic estará ahí, con la escopeta cargada, para cuando se le necesite.
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